francisco umbral

 

diario de un escritor burgués

lunes

 

 

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Mallarmé habló de una rosa en las tinieblas.

Jorge Guillen tiene un soneto que comienza: «Cierro los ojos y el negror me advierte…». Yo he estado unos días con los ojos cerrados y he comprobado una vez más lo que ya anoté al comienzo de este libro: dentro de nosotros no hay nada. Lo más profundo es la piel, según Gide.

Dentro de uno, en la oscuridad, hay luces tontas, que el poeta quiere acuñar como rosas. Dentro de uno hay restos de recuerdos, recuerdos de restos de una vida, una oscura intuición de la conspiración veneciana que se fragua en nuestro cuerpo para matarnos, y un aburrimiento y un torpor.

Ese vacío lo he llenado a veces con la radio, que subraya y envilece la oscuridad, más que aliviarla.

¿Una rosa en las tinieblas? Para usted la rosa, Estéfano. Yo prefiero el cardo de la luz.

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