[ezcol_1quarter]
Retrato de George Dyer en un espejo
Francis Bacon
Año: 1.968
Óleo sobre lienzo
Tamaño: 198 x 147 cm
Sala 48
Museo Thyssen−Bornemisza
Madrid
[/ezcol_1quarter] [ezcol_3quarter_end]
[/ezcol_3quarter_end]
Museo Thyssen−Bornemisza
Madrid
[ezcol_1half]
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
Su estilo se basa en unos principios maestros de ética, que para él
son irrefutables, como es la idea de que el arte más grande te devuelve
siempre la vulnerabilidad de la situación humana, por ello su obra es una
constante reflexión sobre la fragilidad del ser, del cual se empeña en
demostrar en constantes retratos y autorretratos donde muestra esta
idea maestra de su ética artística, donde intentó impactar al espectador
al hacerle tomar conciencia de la crueldad y violencia que envuelven al ser
humano, en esta época, y ya en aquella.
Todo esto lleva a una concepción de arte muy personal, en el que toma
las tendencias que le rodean, las sintetiza y obtiene un resultado final
pasado por sus filtros personales, se ve influido por el cubismo personal
de Picasso, concretamente de sus máscaras biofórmicas, de la nueva
corriente que está surgiendo como es el arte figurista y que su gran amigo
Lucian Freud desarrollará, del arte particular de Giacometti, del arte
constructivista ruso… en consecuencia, Bacon es un punto de encuentro
entre todos los estilos de la época. Pero su estilo, más tendencioso hacia
un arte psicológico y expresionista, en el sentido de expresar sentimientos
interiores de las personas, evoluciona hacia manchas de color aleatorias
apoyándose en pinceladas libres e improvisadas, es decir, a sentimiento,
que caracteriza toda su obra. Esto no significa que pinte al azar, sino que
el gran manejo que alcanzó de su pincel, le llevó a hacer maravillas con colores,
pinceladas y composiciones.
Pero todo esto se complementaba con su espíritu indomable y perfeccionista,
que le llevó a ser el mayor autocrítico de su obra, dominando como nadie la
mezcla simultánea de los componentes del azar y del orden.
[/ezcol_1half_end]
MOVIMIENTOS PICTÓRICOS COETÁNEOS
En los años sesenta se suele situar la llamada Nueva figuración, un término que se refiere un tanto vagamente
a artistas de tendencias muy diversas que participan del subjetivismo y de cierto tratamiento informal, al
tiempo que recurren a la representación figurativa, anunciando en cierto modo el desarrollo (también
figurativo) que suponen tendencias como el Pop.
No hay que olvidar que algunos pintores del Expresionismo abstracto, como De Kooning, o informalistas,
como Dubuffet, Saura o Appel, presentan ya aspectos figurativos en su obra. El artista que como gran figura
aislada, mejor representa este movimiento es al británico Francis Bacon.
A excepción de Francis Bacon, que vino al mundo antes de la primera guerra mundial y murió en 1992, los
pintores que conformaban la llamada Escuela de Londres nacieron en la década de los 20 o a principios de la
de 30, o sea que al terminar la segunda guerra rozaban los veinte años o apenas los sobrepasaban.
Precisamente 1945 fue el año en que Bacon, ya mediada su treintena, atrajo la atención pública por primera
vez en Londres cuando se expuso a los azorados visitantes de la Lefevre Gallery sus Tres estudios de figuras a
los pies de una crucifixión. Bacon, perteneciente a otra generación, fue alternativamente admirado o emulado
por los otros cinco pintores de la exposición A School of London: Freud, Kossoff, Andrews, Auerbach y
Kitaj.
ANÁLISIS DE CONTENIDO
Bacon es un artista, que como ya hemos comentado, es un autodidacta, lo que nos lleva a investigar sobre un
análisis del contenido de su obra de una forma muy característica propia de su persona, puesto que al no
aprender de nadie ni de nada, crea su propio estilo pictórico e iconografía sin apenas influencias, sólo
apoyándose den los grandes artistas de la historia como Velázquez o Goya, o de sus contemporáneos
Giacometti o Picasso.
De estos últimos, acoge en su estilo dos aspectos importantes. Del primero acoge la delimitación del espacio
mediante jaulas que en el siguiente punto de análisis formal comentaremos de una forma extensiva, mientras
que del segundo, toma las máscaras biofórmicas. Estas máscaras, ya las tomó el propio Picasso como
influencia de las tribus africanas y el espíritu primitivista que surgió a principios del siglo XIX ayudándole en
su estudio y aplicación en el cubismo, consiguen componer la realidad espacial sobre la base de un juego de
perfil−frontalidad. Bacon lo toma y lo hace presente en esta obra. En la figura del modelo sentada representa
el perfil de la cabeza, o mejor dicho, la mitad de ella. Ya en el espejo nos muestra toda la cabeza, recogiendo y
representando verdaderamente la influencia de Picasso y sus máscaras biofórmicas.
Nos plantea la espacialidad de la cabeza descomponiéndola en dos partes separadas: la parte de la oreja−ojo
izquierdo de una forma seudo−frontal, y la parte de nariz−boca de una forma perfil, separando ambas partes
en su afán de búsqueda de una condición espiritual por encima de lo simplemente visual.
No busca una única forma de representar la realidad, en este caso un retrato de un gran amigo suyo,
su amante, sino que Bacon se basa en las experiencias sensoriales y recuerdos que posee de las personas para
plasmar su realidad personal.
Más que un retrato realista y puro como se realizaba en épocas anteriores, Bacon intenta que sus retratos
sean como los rayos x, que desmenucen toda la existencia humana, sus miserias y misterios, sus inquietudes…
son retratos muy personales y pintados desde una experiencia vital única, desde su experiencia.
También recoge partes de una tendencia contemporánea a él, como es la del arte figurativo, que toma la figura
concreta a representar, como modelo en este caso la figura de su amante George Dyer. Pero esta tendencia
figurativa está muy matizada por su realidad. No se plantea la figura como tal, sino que le añade aspectos
personales de vivencia con el modelo, por eso, pintaba retratos de sus amigos más íntimos, no como en un
inicio que reinterpretaba otros retratos ya realizados en la historia del arte como el del Papa Inocencio X de
Velázquez, lo que le servía para justificar de cierto modo, ya que él no tenía porque justificar nada, las largas
noches de fiesta en los pubs londinenses, hechos que le servían para saber como eran sus amigos, recoger
impresiones y experiencias personales con ellos y así plasmar en la obra toda una serie de hechos objetivos, la
figura humana como tal y su parecido, y subjetivos, con el afán de desgarrar la experiencia humana y su
conciencia, hecho que le lleva a ser especialmente sarcástico con George Dyer, no solamente en este retrato,
sino en los muchos que le hizo antes de su muerte en 1.971, al que le dedicó un tríptico de su muerte.
Además de todo este contenido sensorial y experimental, el cuadro añade un matiz sexual, con dos puntos de
vista muy distintos. El primero y más obvio, es el retrato de la persona querida por el artista, de su amante,
figura que le influyó en la época en la que estuvieron juntos, y una vez muerto, continuó su influencia en un
sentimiento de recuerdo, pena y tristeza, que marco a Bacon durante años. El segundo matiz, que incluso
pueda que pase inadvertido a la vista del espectador como tal, son las manchas de color blanco en medio del
cuadro. Aunque sean manchas de color, poseen un carácter marcadamente sexual, con un claro simbolismo
blancosemen, que hacen referencia a la mentalidad lasciva y sadomasoquista del autor, a su obsesión
por el sexo. Todo este contenido, finaliza con la plasmación moderna de la sociedad contemporánea que le
tocó vivir. Nos muestra un mueble de diseño ultramoderno de la época, en el que se ve el aire progresista
de la sociedad inglesa.
Pero este mueble no presenta un espejo, sino más bien, una televisión, un híbrido podríamos decir, es un
espejo en el sentido en que se ve reflejada la imagen, pero a la vez presenta la innovación de la televisión,
como un elemento divulgador de la cultura, de una sociedad angustiada por lo pasado, pero ilusionada y
embaucada por el futuro esplendoroso que le esperaba en un futuro.
ANÁLISIS FORMAL
La obra de estudio, es un ejemplo claro de la pintura de Bacon, de su estilo artístico muy personal y del
entendimiento de la pintura.
Es un elemento que está considerado desde muy antiguo como un engaño. El dibujo, la línea se considera
como un elemento característico relacionado con la verdad, sin embargo, Bacon tiende al uso masivo de color,
relacionado con los sentimientos y las sensaciones como algo frágil, es por lo que se considera que aporta sólo
falsedad, porque se supone un estado secundario dentro de la teoría cognoscitiva. Pero a Bacon, lo que le
interesa es crear sentimientos y sensaciones, aunque sean transitorias y fugaces, a los espectadores de sus
obras. En este caso, el uso de color es un gran contraste c.lido−frío. Considera un fondo de color azul−frío,
pero fuertemente iluminado por una luz puntual−cenital que cualifica todo el espacio en el que sitúa al
modelo.
Esta iluminación tan fuerte que casi quema el color azul del fondo transformándolo en blanco, define
una línea curva que delimita el cilindro helicoidal en el que se sitúa la figura. Este hecho de delimitar el
espacio que comprende al modelo mediante esta línea y la vista cónica del cilindro que forma el suelo donde
se apoya toda la gravedad del cuadro, proviene de una influencia de Giacometti, y especialmente de sus
esculturas.
Además del uso del color claro en el fondo, utiliza un color muy oscuro para el suelo, un color que añade
una dimensión espacial y profundidad al cuadro muy característico, puesto que al elemento más cercano
al espectador, como es el suelo, le añade un color frío, oscuro, un azul llegando a tonos violetas, sin embargo,
el plano más alejado, le da un color claro, casi blanco.
Esto supone una inversión de los colores, puesto que lo más cercano suele ser más claro, y lo más lejano
más oscuro.
Esto supone, que aunque se trate de colores fríos, supuestamente neutros, que no debieran crear
sentimientos intensos, hace renacer un sentimiento de duda e incomodidad en el espectador, llegando al punto
que quiere Bacon, ya que él no hace obras conformistas ni imparciales, él, lo que quiere, es provocar al
espectador, que se involucre, y este paso del color es el primero para que se mire la obra de una forma inusual,
crítica, que influirá en el juicio general de la obra. E incluso, llega a poner un color totalmente opaco en
primer plano, como es el color negro inferior, que es el que remata el volumen puro del cilindro, dando una
sensación, una vez más, de un pedestal donde se coloca el espacio del modelo, referencia directa, como
anteriormente nombrado, de las esculturas de Giacometti. Pero en contra de otras muchas obras anteriores y
posteriores, no coloca la bombilla o borla oscilante colgando del techo de la habitación, convirtiéndose en los
testigos del espacio que envuelve a la figura, sino que trata el espacio como opresivo, asfixiante y cerrado, sin
puertas ni ventanas que sugieran la posibilidad de una salida. No se puede escapar, es un recinto circular que
no tiene principio ni fin.
Toda esta dimensión espacial de profundidad, distintos planos, volúmenes… se alcanza gracias a una
materialidad, a un uso del color, y en este caso concreto, a un uso de textura y grosor en las capas de color, no
tan pronunciadas como en la obra de su gran amigo Lucian Freud. Le gusta manchar el papel con pinceladas
rápidas y de forma un tanto inconsciente, empleo de una técnica permitida por su gran capacidad pictórica y
compositiva, que le permite realizar a la vez la composición formal y de contenido de las obras.
Respecto a la composición, se trata de un eje central, sobre el que se sitúa la figura principal de George Dyer,
desplazando toda la composición del cuadro hacia el lado izquierdo, debido a la situación desequilibrante
tensional por parte del mueble−espejo. Tensión que se ve refrendada por la tensión muscular del modelo,
y de la vista diagonal superior muy forzada.
La tensión muscular a la que somete a la figura, denominada terribilità ya por Miguel Ángel, es un
concepto dialéctico de la representación. Este giro antinatural de la mitad izquierda del cuerpo, y el giro
del cuello hacia el otro lado de la mitad derecha, ayuda a crear una vez más, una situación inusual e incomoda
en el espectador. Representa un cuerpo en el que cada una de las mitades del cuerpo, giran hacia un lado
diferente, creando un juego visual y compositivo como ya hizo con la inversión de colores en el volumen,
juegos por otra parte, muy utilizados y que gustaban mucho al artista.
Y para concluir todo este estado tensional del cuadro, se suma la vista forzada del modelo. Una vista
inhóspita, diagonal superior, que nunca se llevará a cabo, o si se lleva, es una postura antinatural, puesto que
supondría pintar encima de algo para conseguir esta visión, ser un auténtico maestro de la pintura, que lo es, o
como en este caso, dibujar de foto. Bacon quería distorsionar la cosa mucho más que la apariencia, pero,
dentro de la distorsión, recuperarla para dejar constancia de la apariencia, por ello, para la mayoría de los
retratos prefiere trabajar de foto. Contaba con innumerables fotografías de sus modelos tales como Lucian
Freud, George Dyer e Isabel Rawsthorne, tomadas por John Deakin.
ANÁLISIS DE UN DETALLE
El detalle escogido, es el mueble−espejo−TV en el que se ve reflejado el modelo. Es el elemento característico
del retrato, el que le caracteriza y diferencia dentro de la multitud de retratos a modelos amigos, y en este caso
a George Dyer.
El detalle es un mueble de aire ultramoderno, el cual acoge en su seno un espejo donde el modelo se refleja.
Constituye un elemento único que muestra el aire progresista y moderno que se respiraba en la época de
realización de la obra, un mueble de diseño de líneas definidas y sobrias, coherentes con las tendencias
arquitectónicas y de diseño de la época.
El espejo, sobrio y bien definido por su color azul, refleja compositivamente el rostro del modelo, pero sobre
la base del contenido, representa la tragedia y angustia humana. Este equipamiento en el mueble, bien se
podría entender como un TV, un electrodoméstico moderno que pocos ciudadanos poseían, como un elemento
de difusión nuevo, donde hemos pasado de los tablones, anuncios públicos, correos, radio… a un sistema de
difusión mucho más sofisticado y técnico, de mayor alcance, rapidez y eficiencia. Se sirve de este elemento
como medio propagandístico de sus pensamientos entorno al ser humano.
Se puede observar su carácter pesimista, su visión de angustia del ser humano, el cual para representar
despedaza el reflejo del rostro del modelo, manteniendo los postulados surrealistas, por lo que tiene
de manifestación surrealista, y por otro, el tratamiento agresivo y brutal de la figura nos retrae a la pintura
expresionista.
Este objeto, es de claro influjo de su vivencia y de Eadweard Muybridge. De su vida, porque el reflejo de
George Dyer, además de la ironía y sarcasmo con el que maltrata a su amigo, supone el reflejo del pasado
más amargo, hecho que le llega a obsesionar, y que personaliza frecuentemente en rostros conocidos
de sus amigos.
Al mismo tiempo, Eadweard Muybridge y sus crono fotografías, en que ofrece secuencias fotográficas de
hombres y animales en movimiento, son recogidas por Bacon, plasmando el rostro en el espejo como una
fotografía, un instante preciso en el movimiento en la cabeza del sujeto.
VALORACIÓN PERSONAL
El resultado final de todo el estudio llevado a cabo sobre este gran artista como era Francis Bacon, me ha
llevado a confirmar lo que ya sabía de una forma un tanto genérica, es uno de los pintores más impresionantes
y espectaculares, y probablemente, o por lo menos para mí, uno de los mejores de la historia. Esto lo
fundamento, además de en mi gusto personal estético, sobre todo, en que es uno de los pocos pintores a lo
largo de toda la historia artística, que ha vivido de ello de forma amplia y ha sido altamente reconocido por
sus contemporáneos, aunque también hay que reconocer que vivió en una época propicia para ello.
Me ha llevado a conocer el por qué de su pintura, sus temas y estilo, objeto de estudio muy importante en este
autor, por tratarse de una pintura totalmente personal, sin la posibilidad de encasillar a Bacon en ninguno de
los muchos movimientos pictóricos que le rodearon, e incluso le influyeron, pero nunca sin involucrarse en
uno concreto.
Pero lo que más me ha marcado, es el conocimiento de su vida, de lo mucho que tuvo que hacer y soportar
para llegar a donde llegó, del estilo de vida que llevó, de sus relaciones un tanto raras con sus supuestos
amigos, como muestra la película de su vida muy bien retratada por John Maybry, de su mentalidad y deseos
… en fin, de toda su vida, puesto que se a recogido en numerosos textos y videos de los que me he ayudado
para realizar el trabajo.
La conclusión a la que me ha llevado la realización del trabajo, es que, y como ya he señalado, Bacon es, en
mi modesta opinión, el segundo mejor pintor del siglo, solamente superado por su gran amigo y discípulo
Lucian Freud.
ℵ
0 comentarios