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charles baudelaire

 

 les fleurs du mal

 

 

 

 

 

la géante

 

 

 

Du temps que la Nature en sa verve puissante

Concevait chaque jour des enfants monstrueux,

J’eusse aimé vivre auprès d’une jeune géante,

Comme aux pieds d’une reine un chat voluptueux.

 

 

J’eusse aimé voir son corps fleurir avec son âme

Et grandir librement dans ses terribles jeux ;

Deviner si son cœur couve une sombre flamme

Aux humides brouillards qui nagent dans ses yeux ;

 

 

Parcourir à loisir ses magnifiques formes ;

Ramper sur le versant de ses genoux énormes,

Et parfois en été, quand les soleils malsains,

 

 

Lasse, la font s’étendre à travers la campagne,

Dormir nonchalamment à l’ombre de ses seins,

Comme un hameau paisible au pied d’une montagne.

 

 

 

 

la giganta

 

 

Allá cuando Natura con su potente numen

engendraba a diario a seres monstruosos,

me hubiese puesto al lado de una joven giganta,

cual gato voluptuoso a los pies de una reina.

 

Su cuerpo hubiera visto florecer con su alma

y crecer libremente entre juegos terribles,

vislumbrando la llama de algún amor oscuro

en las húmedas nieblas que en sus ojos flotaran.

 

Recorrer a mis anchas sus magníficas formas,

trepar por la vertiente de sus grandes rodillas,

y a veces, en estío, cuando soles malsanos

 

le hicieran, agotada, tumbarse sobre el campo,

dormir a pierna suelta, cobijado en sus pechos,

cual apacible aldea al pie de una montaña.

 

 

 

Traducción: Enrique López Castellón

Ediciones Akal 2003

 

 

 

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la giganta

 

 

Cuando en su poderoso numen hijos monstruosos
a diario paría la Creación, yo quisiera
haber vivido junto a una joven giganta,
como un gato sensual a los pies de una reina.

 

y ver cómo su cuerpo y su alma florecían
creciendo libremente en sus juegos terribles;
saber si una sombría llama abriga su pecho
por las húmedas nieblas que nadan en sus ojos;

 

recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
trepar por la ladera de sus grandes rodillas,
y a veces, en verano, cuando malsanos soles,

 

a tumbarse en el campo, fatigada, la impulsan,
indolente a la sombra de sus pechos dormirme,
cual aldea apacible al pie de una montaña.

 

 

 

traducción de Alain Verjat

y Luis Martínez de Merlo

Ed. Cátedra

Letras Universales 2013 (1ª ed. 1991)

 

 

 

 

la giganta

 

 

En tiempos que Natura, inspirada y pujante,
concebía cada día unos hijos monstruosos,
vivir querido hubiera junto a alguna gigante,
como al pie de una reina un gato voluptuoso,

haber visto su cuerpo florecer cual su alma
y crecer libremente con sus terribles gozos;
adivinar si incuba su pecho oscura llama
por las húmedas brumas que flotan en sus ojos;

recorrer a mi gusto sus magníficos bordes;
trepar ladera arriba sus rodillas enormes,
y a veces, en estío, cuando soles extremos

extenuada la tiendan en abierta campaña,
dormir despreocupado al frescor de sus senos,
como apacible aldea al pie de una montaña.

 

 

Versión de Ana Istarú y Ricardo Bada

 

 

 

 

la giganta

 

 

Cuando Naturaleza, en su brío poderoso,
concebía diariamente monstruosas criaturas,
vivir habría querido cerca de una giganta
como al pie de una reina un gato ronroneante.

 

Habría visto su cuerpo florecer con su espíritu
y en libertad crecer con sus juegos terribles;
sabría si el corazón guarda una llamarada,
en las mojadas nieblas que bogan por sus ojos.

 

Recorrer, al azar, sus magníficas formas;
escalar las vertientes de sus piernas enormes
y, acaso, en el estío, cuando soles malsanos

 

la tumbaran rendida en mitad de los campos,
a la sombra del seno dormitar sin cuidado,
como escondida aldea al pie de una montaña.

 

 

Traducción de Martínez Sarrión

 

 

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