wisława szymborska

 

prosas reunidas 

 

 

traducción Manel Bellmunt Serrano

Malpaso Ediciones, S. L. U.

Barcelona

1ª edición: enero de 2017

 

 

 

el humor como hermano menor

 

 

 

El humor es el hermanito pequeño de la seriedad.

Son algo así como Epi y Blas, pero en formato cósmico. Y entre los hermanos siempre hay una tensión constante.

La seriedad mira al humor con la altivez que brinda la mayoría de edad y, por este motivo, el humor se siente acomplejado y desea en lo más profundo de su alma ser tan juicioso como lo es la seriedad, cosa que, por fortuna, no puede conseguir.

En las biografías de los humoristas (en este caso me estoy refiriendo a las anotaciones biográficas de esta antología, aunque estas solo hacen que confirmar la regla) observo la constante y desesperada propensión por parte de los autores a buscar una creación que sea seria.

Casi todos los humoristas cuentan en su haber con alguna triste novela o una pieza dramática que «ha caído en el olvido» y solo sus trabajos humorísticos, con frecuencia tratados de un modo marginal hasta su muerte, le brindaron «un lugar duradero en la literatura».

En mi vida he leído una sola biografía que describiese justo lo contrario: «Escribía grandes tomos humorísticos y numerosas farsas que no le reportaban ningún éxito y solo su dramático relato sobre las vidas de los campesinos centroeuropeos le hizo merecedor de la inmortalidad…».

Curioso, ¿verdad? Parece ser que ocurre lo mismo con los actores.

Dicen que todos los cómicos sueñan en secreto con interpretar un papel trágico.

Sin embargo, nunca he oído que un actor de tragedias grite en una taberna: «¡ Ese cretino (en el idioma de los actores, la palabra cretino siempre se refiere al director teatral) me obliga a interpretar de nuevo a Hamlet! ¡Ni hablar! ¿Por qué no le entra en esa cabezota que yo he nacido para interpretar a sir Andrew Aguecheek?».

Es ciertamente curioso, ¿verdad? Opino que tanto la gravedad como el humor son igual de valiosos y, por ello, espero con ansia el momento en que la seriedad comience a envidiar al humor a modo de revancha.

El humor, por ejemplo, posee diversos matices, mientras que la gravedad no está sujeta a ninguna clasificación por categorías, aunque claramente debería estarlo.

Señores críticos, ustedes que se sirven del término «humor absurdo», ¡acuñen del mismo modo el de «seriedad absurda»!

Distingan la seriedad refinada de la primitiva, la despreocupada de la macabra.

No solo la crítica; también le concierne al periodismo el poder utilizar en toda su expresión este vivificador concepto.

¿Acaso no necesitamos en la vida y en el arte el hallazgo de una seriedad sin pretensiones?

¿De una seriedad indecente?

¿De una gravedad ingeniosa?

¿De una que sea bienhumorada?

Leería con placer sobre «un fuerte sentimiento de seriedad» en el pensador X, sobre «esa joya de la seriedad» del poeta Y, sobre la «impactante gravedad» del vanguardista Z.

¿Quién de entre los críticos se decidirá al fin a escribir que «a la floja pieza teatral del dramaturgo N.N. la salva la chispeante seriedad del epílogo» o que «en la poesía del poeta W.S., un tono de seriedad no intencionada sobresale por encima del resto»?

¿Y por qué no ha habido nunca hasta la fecha una columna dedicada a la seriedad en las revistas de humor?

Y, ¿por qué hay tantas revistas dedicadas al humor y tan pocas dedicadas a la seriedad?

¿Por qué?

 

 

 

 

 

 

 

Introducción al humor en francés

selección y edición de Arnold Mostowicz

diseño gráfico de Jerzy Jaworowski

Varsovia

Iskra

1971

 

 

 

 


 

 

 

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