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ezra pound
primeros poemas
-1908-1920-
traducción de rolando costa picazo
biblioteca Javier Coy de estudios norte-americanos
Universidad de Valencia
2014
en cautividad
Echo de menos a los de mi propia especie,
ay, sé que hay gente a mi alrededor, amistosos rostros,
pero echo de menos a los de mi propia especie.
“Estos venden nuestros retratos.’ Ay, bueno,
no me llegan, tocan alguno de mis bordes,
pero no me llegan y toda mi vida se convierte
en una sola llama, que no llega más allá
del propio fogón de mi corazón,
o que se esconde allí entre las cenizas para ti.
¿Para ti?” Oh, tú eres la primera
entre mis amigas del alma,
pues echo de menos a los de mi propia especie
y el común de la gente no me toca.
Y echo de menos
a los de mi propia especie que conozco, y que sienten
y tienen aliento para el arte y la belleza.
Sí, añoro a mis semejantes en espíritu
y no tengo a nadie a mi lado salvo en las sombras
cuando llegan ellos, oleadas de poder, “DAEMON,»
“Quasi KALOUN.” S. T. dice que la Belleza es sobre todo eso, un
“llamado al alma.”
Pues bien, entonces, así atraen ellos, los torbellinos desde la bruma de mi alma,
ellos, que vienen a mí, trayendo la antigua magia.
Pero a pesar de todo eso, echo de menos a los de mi propia especie
y me gustaría conocer parientes aun tal cual estoy,
recubierto de piel que guarda el secreto.
“Todos quienes con extraña tristeza»
se burlan de la tierra, y son bondadosos con todos,
mis compañeros, sí, yo conozco la gloria
de los ilimitados, pero tú, que te ocultas
como yo me oculto la mayor parte del tiempo
e irrumpo en la ventana solo a veces
por amor, o esperanza, o por belleza o poder,
y luego ardo al rescoldo, entornando los ojos,
intocado por los ecos del mundo.
Oh sí, compañeros: aunque algunos estemos separados por los mares,
púrpura y zafiro por las flechas de plata
de sol y espuma, todos astillados a proa;
del “Veltro» de las vastas profundidades
que acarreó mi morada de tortuga no hace muchos años:
y algunos mantengamos a raya a las cerros,
los pequeños cerros al este de nosotros, aunque aquí
la humedad y la llanura nos tengan encerrados.
Y sin embargo mi alma canta “¡Hacia arriba!» y somos uno,
sí, tú, y Tú, y VOS, y toda mi especie
para quienes mi pecho y mis brazos siempre están tibios,
porque los amo como al viento y a los árboles
que mantienen sanas sus flores y sus hojas
y llaman a la canción suprema desde las ramas
que, sin ella, salvo el álamo, todo estaría mudo
como sombra inmóvil, y no ordenarían que un suspiro les dijera a las aves
que “más allá, más allá, más allá, yace …”
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in durance
I am homesick after mine own kind.
Oh I know that there are folk about me, friendly faces,
But I am homesick after mine own kind.
“These sell our pictures» ! Oh well,
They reach me not, touch me some edge or that,
But reach me not and all my life’s become
One flame, that reacheth not beyond
My heart’s own hearth,
Or hides among the ashes there for thee.
“Thee»? Oh, “Thee” is who cometh first
Out of mine own soul-kin,
For I am homesick after mine own kind
And ordinary people touch me not.
Yea, I am homesick
After mine own kind that know, and feel
And have some breath for beauty and the arts.
Aye, I am wistful for my kin of the spirit
And have none about me save in the shadows
When come they, surging of power, “DAEMON,»
“Quasi KALOUN.» S.T. says Beauty is most that, a
“calling to the soul.»
Well then, so call they, the swirlers out of the mist of my soul,
They that come mewards, bearing old magic.
But for all that, I am homesick after mine own kind
And would meet kindred e’en as I am.
Flesh-shrouded bearing the secret.
“All they that with strange sadness»
Have the earth in mock’ry, and are kind to all,
My fellows, aye I know the glory
Of th’ unbounded ones, but ye, that hide
As I hide most the while
And burst forth to the windows only whiles or whiles
For love, or hope, or beauty or for power.
Then smoulder, with the lids half closed
And are untouched by echoes of the world.
Oh ye, my fellows: with the seas between us some be.
Purple and sapphire for the silver shafts
Of sun and spray all shattered at the bows;
Of such a “Veltro” of the vasty deep
As bore my tortoise house scant years agone:
And some the hills hold off,
The little hills to east of us, though here we
Have damp and plain to be our shutting in.
And yet my soul sings “Up!” and we are one.
Yea thou, and Thou, and THOU, and all my kin
To whom my breast and arms are ever warm,
For that I love ye as the wind the trees
That holds their blossoms and their leaves in cure
And calls the utmost singing from the boughs
That ‘thout him, save the aspen, were as dumb
Still shade, and bade no whisper speak the birds of how
“Beyond, beyond, beyond, there lies… «
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