jorge boccanera

 

lugar

 

 

 

Lugar,

es el nombre del animal más grande de la tierra.

Hay quienes aprovechan su sombra y no saben

que existe.

O beben su saliva y lo confunden con un río.

O duermen en los huecos que dejan sus pezuñas en

la tierra y piensan que la tierra es así.

Los exiliados cargan sus pedazos de tiempo.

Otros clavan zapatos en el barro.

 

 

 

Hay ciegos que cambiaron la vista por una certidumbre.

Algún dios carpintero que fabricaba muebles repite

la sentencia:

“un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”

Pero los desaparecidos, ¿dónde están?

Todo es ajeno aquí.

Somos los extranjeros de un lugar que era nuestro.

 

 

 

El deseo escribe en un libro sin hojas.

Alguien se prende fuego envuelto en un secreto.

Hay quienes buscan que el amor les corrija la rabia.

Otros rezan, divisan un lugar después de este lugar.

Está el que desespera: si ese animal ocupa tanto

espacio, ¿por qué no puedo verlo?

Unos pocos eligen atravesar un sueño para llegar a

un sueño.

 

 

¡Ah, si el silencio dijera sus lugares!

Ahora, cada baldosa es un campo de caza.

En días por venir, alguien escarbará en las

preguntas hasta desenterrar un fémur, algún

diente de lo que fue un lugar.

Pero no en esta casa con un piso de viento.

Nadie se mueve aquí, es el gran día.

Reparten un desierto entre todos los hombres.

 

 

 

 

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Jorge Boccanera

Bestias en un hotel de paso

Sangreseca

Lugar

SALTO DE PAGINA

2001

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reseña del libro Bestias en un hotel de paso:

 

Editorial: SALTO DE PAGINA

 

El exilio del poeta es abordado a través de un imaginario inspirado en los alebrijes,

bestias polimórficas de pasta de papel cuya presencia cumple la doble función de

acompañar al poeta en su luto interno y a su vez servir de animal expiatorio.

En el fondo del poema hay soledad, silencio blindado, desarraigo, muerte, espejismos,

suicidios y desesperanza. Un bestiario cuya catarsis conlleva un ritual culinario donde

hervir el caldo de las bestias despiezadas en la cocina de la memoria.

El desdoblamiento del yo poético produce una simbiosis con autoras como Alejandra

Pizarnik, Olga Orozco o Ana Frank, con las que demuestra su empatía circunstancial y

emocional, al igual que con las madres de los desaparecidos durante la dictadura.

 

 

 

Al abrir las primeras páginas de “Bestias en un hotel de paso” uno puede notar el silencio

poetizado, los secretos de los espejos, secretos que sólo el autor conoce y que muestra en

grandes alegorías como el poema “El callado”, dedicado a Juan Gelman. Contar en la poesía

el silencio de las cosas, los exilios, tema frecuente en la poesía de este argentino tan querido

por todos. Pero hay exilios más esenciales, aquellos sin retornos donde la soledad se vuelve

una vida ambulante, hoteles de paso para albergar la rabia. Decía que en el libro hay muchos

espejos. Espejos donde un lector puede verse y como resultado tendrá una reacción “levemente

odiosa”. Pero también hay una enorme alegoría a aquellos “espejos que debieron haber llorado

de vergüenza y espanto”, como nos recordaba Neruda. Quizá la clave del libro está en un poema

titulado “Lugares”, donde Jorge alza ante nuestra mirada un paisaje invisible, “el lugar es el

nombre del animal más grande de la tierra”, dice. Y son más bien esos lugares que andan con su

peso agobiante sobre el tiempo. Quizá aprendamos a ver más allá de esos espejos, de esos lugares

que han dejado algo en nosotros, aún por salvar.

 

 

 

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