introducción a la poesía
llamarse a sí mismo
DURACIÓN: alrededor de 20 minutos
MATERIAL: un lugar silencioso
EFECTO: doble
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SIÉNTESE EN EL SUELO, en el medio de una habitación tranquila, preferentemente poco amueblada. Quédese primero algunos momentos atento al silencio, sabiendo que usted hablará y oirá. Al escuchar intensamente los muy leves ruidos que lo rodean, piense que muy pronto esa paz va a cesar. Prepárese para la irrupción de una palabra.
Pronuncie entonces en voz alta su nombre de pila. Articule con claridad y repita, insista. Como si tuviera que llamar, de bastante lejos, a una persona que permanece sorda a sus llamados. Imagínese que está interpelando a alguien que lo conoce pero no lo percibe. Del otro lado de un campo. O bien desde la orilla hacia un barco. O incluso de una casa a otra.
Al comienzo, las quince o veinte primeras veces, simplemente tendrá la impresión de estar hablando en el vacío. Está llamando a alguien ausente, inaccesible, de una manera absurda y ridícula. Por mucho que alargue las vocales, pronuncie las sílabas en tonos diferentes, no logra creer en eso. Continúe. La puerta está bien cerrada.
Poco a poco comenzará a tener la impresión de que lo están llamando. De manera primero confusa, apenas perceptible. Vacilante, irregular. Ahí es donde conviene instalarse, atento a ese equilibrio inestable entre el adentro y el afuera. Insista, repita, siga llamándose una y otra vez, de manera maquinal, automática. Realmente se trata de su voz. Y también la del otro, allá. Acaba de darse cuenta de eso.
Su voz no está desdoblada. Y por supuesto que usted tampoco. Sin embargo, siente que es doble, que de alguna manera está escindido por dentro. Realmente es usted el que llama, pero no sabe a quién. Realmente es
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usted el llamado, pero no sabe de dónde. O más bien, claro, evidentemente, bien sabe que es usted en ambos casos, y «usted», por su parte, supone que son indisociables. Por otra parte, usted lo sabe, y en eso todo el mundo está de acuerdo. Pero no, justamente, no es eso lo que usted siente ahora. Bien sabe que «usted» y «usted» son indisociables, pero ya no lo siente de manera plena, evidente. El que llama es el mismo, y no es el mismo, que el llamado.
La experiencia consiste en prolongar algunos instantes ese juego del adentro y el afuera, del llamado y la escucha. Hay que experimentar, tan profundamente como sea posible, lo que tiene de insólito ese nombre que uno conoce pero que jamás es posible dirigir a uno mismo sin justamente sentirse otro. Unicamente los otros, a todas luces, lo llaman así, y usted mismo, en tiempos normales, jamás lo hace. Siga llamándose, a intervalos regulares, algunas veces casi a los gritos. El objetivo es suscitar ese leve malestar, no por fuerza desagradable, que acompaña un pequeño desprendimiento de sí respecto de sí. Y mantenerse un momento en esa situación de fino vértigo.
¿Cómo salir? ¿De qué manera taponar la distancia, volver a pegar los bordes?
Sencillamente, con una voz alta y fuerte, con la mayor naturalidad posible, diga: «¡Sí! ¡Voy!»
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Roger-Pol Droit
Editions Odile Jacob
2001, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A.
Traducción de VÍCTOR GOLDSTEIN
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