kenneth rexroth

 

agosto 22, 1939

 

traducción de Giselle Rodríguez Cid

 

 

agosto 22, 1939

 

 

«. . . cuando quieras distraer a tu madre del desaliento, te diré lo que yo solía hacer. Llevarla a dar un largo paseo por el campo tranquilo , recogiendo flores silvestres aquí y allá, descansando bajo la sombra de los árboles, entre la armonía del vívido arroyo y la tranquilidad de la madre naturaleza, y estoy seguro de que disfrutará mucho de esto mucho, como tú seguramente serás feliz por ella. Pero recuerda siempre, Dante, en el juego de la felicidad, no uses todo solo para ti solamente, sino que debes descender un paso, a tu lado y ayudar a los débiles que claman por ayuda, ayuda al perseguido y a la víctima; porque son tus amigos; son los camaradas que luchan y caen como ayer lucharon y cayeron tu padre y Bartolo, por la conquista de la alegría de la libertad para todos y los pobres trabajadores. En esta lucha de la vida encontrarás más amor y serás amado «.

 

Nicola Sacco to his son Dante, Aug. 18, 1927.

Angst und Gestalt und Gebet

Miedo y forma y oración—Rilke

 

 

 

 

 

¿De qué sirve todo esto, esta poesía,

Éste paquete de logros

Acumulados con tanto sufrimiento?

Veinte años de ardua labor,

Lecciones aprendidas de Li Po y Dante,

Cantos indios y psicología gestalt;

¿Qué palabras deletrea,

Éste alfabeto de sensibilidad?

El patrón puro de estrellas en ordenada progresión,

El aire fino en las cimas a catorce mil pies,

Sus visiones desde Pisgah hacia los secretos de la personalidad,

El fuego de las amapolas en campos erosionados,

El sueño de los linces en los bosques,

Las curiosas anastomosis de las telarañas de la razón,

La vida corriendo ingobernable,

Y la profunda esperanza del hombre.

Los siglos han cambiado poco en este arte,

Los temas son los mismos.

«Por el amor de Dios desnúdate y ven a la cama,

no viviremos por siempre.»

«Pétalos caen de la rosa,»

Nosotros caemos de la vida,

Los valores caen de la historia como los hombres bombardeados,

Sólo un mínimo sobrevive,

Sólo un desconocido logro.

Pueden ponerlo todo en las tumbas,

En todos los campos de batalla:

«Pobre tipo, nunca supo de qué se trataba.»

Hombres con lentes vendrán con palas dentro de mil años,

Hablarán en las universidades sobre avances y atrasos culturales.

Un poco más de ajo en la sopa,

Media hora más en la cama en las mañanas,

Algunos entendieron, otros no;

Las cosas que dejaron caer en la huida

Están tras cajas de vidrio en los museos.

Éste año hicimos cuatro importantes escaladas,

Acampamos dos semanas en el monte,

Vimos a Marte acercarse a la tierra,

Vimos la negra aurora de la guerra

Esparcida en el cielo de una civilización en decadencia.

Estos son los últimos días terribles de la autoridad.

La enfermedad ha llegado a la crisis,

Diez mil años de poder,

La lucha de dos leyes:

El reino del hierro y la sangre derramada,

Contra la permanente solidaridad de la sangre y el cerebro.

Están atrapados, oprimidos, homicidas.

Si cubren sus paredes de corcho

No es para detener los disparos,

Sino para aislar las ultimas palabras de los condenados.

«La libertad es la madre,

no la hija del orden.»

«No al gobierno de los hombres

más que a la administración de las cosas.»

«De cada uno según su habilidad,

A cada uno según su necesidad.»

Aún podemos escucharlos,

Cortando paso por el hielo azul de los glaciares,

Balanceándose en los bordes desechos.

La fría y cruel apatía de las montañas

Ha sido subyugada con algunas cuerdas

Y débiles hachas,

Solo quedan algunos picos.

Han pasado veinticinco años desde mi primer amor.

De regreso de las montañas me espera una carta.

«Leí tu poema en el New Republic.

¿Recuerdas al sepulturero en la esquina?,

¿Cómo espiamos por la ventana del sótano a la figura cubierta

Y corrimos gritando? ¿Te acuerdas?

Hay una estación en la esquina,

Un estacionamiento donde estaba tu casa,

Solo queda la nuestra y otras dos.

Aguantamos entre el ruido y el monóxido de carbono.»

Era un poema de exilio y nostalgia del hogar,

Veinticinco años vagando

En un mundo de ruidos y veneno.

Ella aguantó, yo nunca regresé,

Pero hay gases y explosiones

Domésticas e importadas.

Dante estaba nostálgico, los chinos lo hicieron un arte,

También lo estaba Ovidio y muchos otros,

Pound y Eliot entre ellos,

Kropotkin muriendo de hambre,

Berkman por su propia mano,

Fanny Baron mordiendo a sus ejecutores,

Mahkno en el olor de la calumnia,

Trotsky también, supongo, apasionadamente, a su manera.

¿Te acuerdas?

¿De qué sirve todo esto, esta poesía,

Éste paquete de logros

Acumulados con tanto sufrimiento?

¿Recuerdas el cadáver en el sótano?

¿Qué hemos hecho con el paso de los años,

Escritores y lectores de liberales mentiras semanales?

 

 

 

 

AUGUST 22, 1939

 

“. . . when you want to distract your mother from the discouraging soulness, I will tell you what I used to do. To take her for a long walk in the quiet country, gathering wildflowers here and there, resting under the shade of trees, between the harmony of the vivid stream and the tranquillity of the mother-nature, and I am sure she will enjoy this very much, as you surely will be happy for it. But remember always, Dante, in the play of happiness, don’t use all for yourself only, but down yourself just one step, at your side and help the weak ones that cry for help, help the prosecuted and the victim; because they are your friends; they are the comrades that fight and fall as your father and Bartolo fought and fell yesterday, for the conquest of the joy of freedom for all and the poor workers. In this struggle of life you will find more love and you will be loved.”

 

Nicola Sacco to his son Dante, Aug. 18, 1927

 

Angst und Gestalt und Gebet —Rilke

 

 

 

What is it all for, this poetry,

This bundle of accomplishment

Put together with so much pain?

Twenty years at hard labor,

Lessons learned from Li Po and Dante,

Indian chants and gestalt psychology;

What words can it spell,

This alphabet of one sensibility?

The pure pattern of the stars in orderly progression,

The thin air of fourteen-thousand-foot summits,

Their Pisgah views into what secrets of the personality,

The fire of poppies in eroded fields,

The sleep of lynxes in the noonday forest,

The curious anastomosis of the webs of thought,

Life streaming ungovernably away,

And the deep hope of man.

The centuries have changed little in this art,

The subjects are still the same.

“For Christ’s sake take off your clothes and get into bed,

We are not going to live forever.”

“Petals fall from the rose,”

We fall from life,

Values fall from history like men from shellfire,

Only a minimum survives,

Only an unknown achievement.

They can put it all on the headstones,

In all the battlefields,

“Poor guy, he never knew what it was all about.”

Spectacled men will come with shovels in a thousand years,

Give lectures in universities on cultural advances, cultural lags.

A little more garlic in the soup,

A half-hour more in bed in the morning,

Some of them got it, some of them didn’t;

The things they dropped in their hurry

Are behind the glass cases of dusky museums.

This year we made four major ascents,

Camped for two weeks at timberline,

Watched Mars swim close to the earth,

Watched the black aurora of war

Spread over the sky of a decayed civilization.

These are the last terrible years of authority.

The disease has reached its crisis,

Ten thousand years of power,

The struggle of two laws,

The rule of iron and spilled blood,

The abiding solidarity of living blood and brain.

They are trapped, beleaguered, murderous,

If they line their cellars with cork

It is not to still the pistol shots,

It is to insulate the last words of the condemned.

“Liberty is the mother

Not the daughter of order.”

“Not the government of men

But the administration of things.”

“From each according to his ability,

Unto each according to his needs.”

We could still hear them,

Cutting steps in the blue ice of hanging glaciers,

Teetering along shattered arêtes.

The cold and cruel apathy of mountains

Has been subdued with a few strands of rope

And some flimsy iceaxes,

There are only a few peaks left.

Twenty-five years have gone since my first sweetheart.

Back from the mountains there is a letter waiting for me.

“I read your poem in the New Republic.

Do you remember the undertaker’s on the corner,

How we peeped in the basement window at a sheeted figure

And ran away screaming? Do you remember?

There is a filling station on the corner,

A parking lot where your house used to be,

Only ours and two other houses are left.

We stick it out in the noise and carbon monoxide.”

It was a poem of homesickness and exile,

Twenty-five years wandering around

In a world of noise and poison.

She stuck it out, I never went back,

But there are domestic as well as imported

Explosions and poison gases.

Dante was homesick, the Chinese made an art of it,

So was Ovid and many others,

Pound and Eliot amongst them,

Kropotkin dying of hunger,

Berkman by his own hand,

Fanny Baron biting her executioners,

Mahkno in the odor of calumny,

Trotsky, too, I suppose, passionately, after his fashion.

Do you remember?

What is it all for, this poetry,

This bundle of accomplishment

Put together with so much pain?

Do you remember the corpse in the basement?

What are we doing at the turn of our years,

Writers and readers of the liberal weeklies?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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