manuel vilas: una sola vida: viejo hotel vilas

 

 

 

 

manuel vilas

una sola vida

lumen 2022

 

 

 

viejo hotel vilas

 

 

 

Claro que tenía problemas de relación interpersonal. De todo

el mundo me enamoraba. Me enamoraba de empleados de

gasolineras. Estaban allí, en mitad del desierto, y gracias a ellos

podía viajar seiscientos kilómetros más, daba igual hacia dónde

viajase porque viajaba siempre hacia ti. Me parece que sus jefes

no les pagaban lo suficiente. Los grandes empresarios pagan muy

poco a sus trabajadores.

Me gusta la gente que nos hace más agradable este mundo y lo

hace por tan poco dinero. Es tan maravilloso que los

desconocidos hagan algo por mí, por nosotros. Me enamoraba de

doña Sofía de Grecia, pensé que le importábamos la gente como

yo. Ella es la Reina de España, o eso dicen. Me enamoré de

Madonna cuando visitó África, era tan dulce su presencia allí, en

mitad de lo oscuro. Madonna llevaba entre sus brazos a niños

casi muertos: el oro en la oscuridad.

Me enamoré de mi profesora de equitación. Hizo que Valle, así

se llamaba mi caballo, me obedeciera. Gente que me bendijo.

Gente de la que me enamoré en un instante perpetuo. Gente que

decoraba este mundo. Gente espectacular y llena de vida.

El tiempo pasa sobre las ciudades, sobre los hombres y sobre

las estrellas.

No distingo nada. Solo quiero volverme a enamorar. Todos

quienes me hicieron alimentar esta extraña impaciencia, esta

fuente de la generosidad humana, todos aquellos a quienes mi

presencia les produjo alegría y vigor, fiesta y felicidad, todos

vosotros, sois motivo de mi amor internacional. ¿Internacional?

Vilas, eres el tipo más loco que hemos conocido. Vilas, eres el

tipo más atrabiliario que ha pasado por aquí.

No esperaba nada, y aparecisteis vosotros.

Claro que tenía problemas de relación interpersonal.

Claro que casi me muero.

Claro que necesité un psicólogo de lujo.

Estaba muy enamorado de todos vosotros. Y así, tan

enamorado, tan intenso, aguantas vivo tres meses, y luego te

mueres. Te abrasas.

Eh, no podéis dejar que se muera un tipo tan enamoradizo

como yo.

¿Has visto a las turistas que vienen todos los años a bañarse en

el Mediterráneo? Nunca acabas de conocerlas a todas. Esa

eucaristía de sus cuerpos tan perfectos, ¿qué es? Desesperación y

terror ante un amor inacabable. Eso somos.

Estamos bien. Es buena esta raza. Yo la bendigo. Es un hotel

internacional el que fundo en este instante, junto al aeropuerto,

junto al perverso aeropuerto. Escuchamos los aviones. Fundamos

tiendas de aeropuerto. Me gustan tanto esas tiendas, y sus

dependientas, ahorrando para casarse con chicos buenos. Venid,

habrá velas y viento. Venid, habrá suites por tres dólares la

noche.

No concibo el paraíso si no es a precios populares. Habrá un

cóctel de bienvenida. Eh, no tendrás que pagar nada. Ya pagará

alguien. Ya pagará el Presidente de Estados Unidos, o el Rey de

España, o la Banca Internacional, o el Vaticano. Tú báñate

desnudo y nada en esta piscina tan monumental. Tú bebe bajo la

luna japonesa. Disfruta de las suites, de estas sábanas doradas de

la cama, del champán helado, del buen tiempo, de las vistas.

Disfruta de la luna, que sale todas las noches, nunca falla,

siempre sale, la muy loca. Siempre está allí, esperando algo de

nosotros y nosotros de ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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