El regreso

Vengo de desertar en Bouvines o de pelear en Midway,

vengo de la victoria o de la cobardía.

No sé si estoy buscando un cuerpo o si necesito un amigo,

si vengo a provocar un duelo o si vengo a evitarlo.

Puedes recibirme en tus brazos o no reconocerme.

A mi alrededor todo es sombra o un perfil demasiado concreto.

He venido a matarte o a morir en tus manos.

……………………………………………………..

Loca

“Calla y escucha –dije–. No se trata

sólo de ti; se trata de mi vida.

Te sacaré de aquí. Vendrás conmigo.”

Respondió: “Pero tú no me conoces.”

“No te conozco a ti. Tú a mí tampoco.

Sólo tienes que hacer lo que te he dicho.

Hasta mañana.” Dije. Abrí la puerta.

“Debes ser tú quien está loco”, dijo.

Y desde su galaxia me miraba.

………………………………………………

En peligro

Había sangre en su vestido. Sangre

en el escote y en las piernas. Sangre

en las mejillas. Sangre seca. Oscura.

La desnudé y lavé. Mientras dormía,

fui en busca de cartuchos. No fue fácil

encontrarlos. Por fin aparecieron

entre viejos papeles y revistas.

Cargué el fusil. Había menos niebla.

Dos o tres horas, y amanecería.

……………………………………..

Peligrosa

“¿Qué es más, un inspector o un comisario?”

Lo dijo distraída, desde lejos.

Se lo expliqué. Siguió: “¿Por qué no tiemblas?

Yo soy más peligrosa que esos tipos.”

No sabía qué hacer. Quería irme.

Largarme a conducir por un sembrado.

Devolver la licencia. Suicidarme.

Pero no me marché. Busqué sus ojos

y le cerré la boca con un beso.

…………………………………………

La huida a Egipto

Le pagaba para que me matase,

y se ha largado al Sur. Todas se marchan.

Aceptan flores, cheques y mentiras.

Se comprometen a matarme. Dicen:

“No verás el otoño. Te lo juro.”

Y se van antes de la primavera.

También ésta se ha ido. Con un mapa

de Egipto y con las llaves de mi coche.

Quiera Dios que los vientos no conduzcan

su nave a puerto. Que una lluvia roja

le queme el corazón, si es que lo tiene.

Que nunca llegue a Egipto esa maldita.

……………………………………………….

Europa

No son estas fronteras mis fronteras.

No es éste el mundo de las viejas runas.

Gobiernan los cobardes, los oscuros.

Cómo duele vivir en la agonía

de la cruz y en la herrumbre de la espada.

Cómo duele esta noche del coraje.

Cómo duelen los atlas. Y no hay signos

que anuncien el final de la derrota.

 

 

 

Luis Alberto de Cuenca

La caja de plata

Mercamadrid SA, Madrid, 2006

 

 

 

 

 


 

 

 

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