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XIII
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Cenarás bien, mi querido Fabulo, en mi casa
dentro de pocos días (si los dioses te son propicios),
si traes contigo una cena buena y abundante,
y no faltan una deslumbrante muchacha
y vino y sal y toda clase de carcajadas.
Si, como te digo, te traes eso, guapo mío,
cenarás (1) bien, pues la despensa de tu Catulo
está llena de arañas. Eso sí:
en respuesta, recibirás puro cariño
o algo más delicado y elegante:
pues te daré un perfume que regalaron a mi niña
las Venus y los Cupidos y que,
en cuanto lo huelas, rogarás a los dioses, Fabulo,
que te hagan todo entero nariz.
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XIII
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Cenabis bene, mi Fabulle, apud me
paucis, si tibi di fauent, diebus,
si tecum attuleris bonam atque magnam
cenam, non sine candida puella
et uino et sale et omnibus cachinnis. 5
haec si, inquam, attuleris, uenuste noster,
cenabis bene: nam tui Catulli
plenus sacculus est aranearum.
sed contra accipies meros amores
seu quid suauius elegantiusue est: 10
nam unguentum dabo, quod meae puellae
donarunt Veneres Cupidinesque;
quod tu cum olfacies, deos rogabis,
totum ut te faciant, Fabulle, nasum!
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Cayo Valerio Catulo
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XIII
Catulli Carmina
Rosario González Galicia
Babab, marzo 2002
Madrid
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1.- Los romanos hacían tres o cuatro comidas al día: ientaculum: tomado como desayuno, consistía
en un poco de pan mojado en vino o rociado de aceite y sal y untado de ajo; a veces tomaban miel,
leche, huevos, fruta fresca o seca. Prandium: se hacía al mediodía; consistía en una colación ligera
de cualquier cosa que hubiera sobrado del día anterior. Merenda: solían tomarla los trabajadores
del campo para hacer una parada en mitad de la tarde. Cena: era la comida principal; tenía lugar
al final de la jornada, sobre las cuatro de la tarde; podía alargarse mucho porque durante ella, además
de comer y beber, los comensales charlaban, escuchaban lecturas o se enteraban de las novedades
y los acontecimientos públicos.
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