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[ezcol_1half]–
esperanza
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“Mi mujer-dijo Pinnegar – espera verme tirado como un perro
cuando me deje. Es su última esperanza”.
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D .H. Lawrence,
“Jimmy and the Desperate Woman”
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Me dejó el coche y doscientos
dólares. Dijo, Hasta siempre, cariño.
Que te sea leve. Eso
tras veinte años de matrimonio.
Ella sabe, o cree que sabe,
que gastaré la pasta
en un día o dos, y que finalmente
estrellaré el coche – que estaba
a mi nombre y necesitaba reparación, de todos modos.
Cuando salí de casa, ella y su novio
estaban cambiando la cerradura
de la puerta delantera. Me saludaron.
Les devolví el saludo para que se dieran cuenta
de que no le daba importancia
alguna. Luego pisé a fondo
hasta la frontera del estado. Estaba lleno de ira.
Ella tenía razón al pensarlo.
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Me uní a los perros y
nos hicimos buenos amigos.
Pero salí adelante. Un largo
camino sin volver la vista.
Dejé a los perros, mis amigos, atrás.
Sin embargo, cuando asomé
la cabeza otra vez por aquella casa,
meses o años después, conduciendo
otro coche, ella se puso a llorar
cuando me vio en la puerta.
Sobrio. Vestido con una camisa limpia,
pantalones y botas. Su última esperanza
no se había cumplido.
Y no tenía ningún otro motivo
para la esperanza.
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Hope
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“My wife”, said Pinnegar, “expects to see me go to the dogs
when she leaves me. It’s her last hope”.
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D.H. Lawrence,
“Jimmy and the Desperate Woman”
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She gave me the car and two
hundred dollars. Said, So long, baby.
Take it easy, hear? So much
for twenty years of marriage.
She knows, or thinks she knows,
I’ll go through the dough
in a day or two, and eventually
wreck the car – which was
in my name and needed work anyway.
When I drove off, she and her boy-friend
were changing the lock
on the front door. They waved.
I waved back to let them know
I didn’t think any the less
of them. Then sped toward
the sate line. I was hellbent.
She was right to think so.
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I went to the dogs, and we
became good friends.
But I kept going. Went
a long way without stopping.
Left the dogs, my friends, behind.
Nevertheless, when I did show
my face at that house again,
months, or years, later, driving
a different car, she wept
when she was me at the door.
Sober. Dressed in a clean shirt,
pants, and boots. Her last hope
blasted.
She didn’t have a thing
to hope for anymore.
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Raymond Carver
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Esperanza
Todos nosotros
Poesía reunida
S. L. Bartleby Editores
2006, 3ª edición
Velilla de San Antonio
Selección, traducción y prólogo de Jaime Priede
Original: Collected poems
The Harvill Press
Londres 1996
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