agustín fernández mallo

 

nocilla experience

 

 

 

 

alfaguara 2008

 

90

 

 

 

 

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No deben los espejos estar en otra posición que no sea la vertical, no deben reflejar otro mundo que no sea el que se alza elevado en paralelo a las líneas de fuerza gravitatorias. Qué monstruosidad concebiría un espejo en el suelo, horizontal, que reflejara únicamente el vacío del cielo y su ausencia de horizonte, el espejo plano de los nadadores que por el rabillo del ojo sólo ven techos falsos. Pero, aún más, qué monstruosidad concebiría un espejo pegado al techo, copiándonos sin descanso a vista de pájaro, todos convertidos en mapas, en meros croquis andantes que flotan por encima del centro de la Tierra, todos convertidos en luz atrapada, desmineralizada. Pero los espejos ya no importan, a nadie interesan ya las copias, el morphing [tratamiento informático de los rostros que distorsiona las facciones sin llegar a desfigurarlas del todo] arrasa. Lo dijo Artaud, «el rostro humano es una fuerza vacía, un espacio de muerte […], esto significa que el semblante humano no ha hallado aún su cara […], es cierto que el rostro humano habla y respira desde hace miles de años, pero nos sigue dando la impresión de que aún no ha empezado a decir lo que es y lo que sabe». Así, hasta la fecha, Frankenstein, Tetsuo, Mr. Spock, Mortadelo, Barón Ashler no son más que tímidas emulsiones de lo que vendrá. En ese momento la luz se detendrá en cada uno de nuestros rostros y no hará falta ninguna imagen especular. Unos científicos de Berkeley acaban de anunciar en Nature que esa luz ya la han detenido.[/ezcol_1half][ezcol_1quarter_end][/ezcol_1quarter_end]

 

 

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