el mundo que yo no viva

 

 

 

El mundo que yo no viva

lo pensé como cosa extraña,

como arca de maravilla.

Ay de mi vida.

 

Allí ¿sonará la lluvia

junto al fuego las noches frías?

¿Tendrá Agosto en el río barcas?

Y tú ¿la gentil sonrisa?

¿Durará en el papel que siembro

la negra flor de la tinta?

Ay de mi vida.

 

¿Será posible que vengan

los amigos y que «Era» digan

«un hombre, y te quiso mucho»

y «Mucho» llorando digas?

Es el mundo que no conozco,

Atlántida sumergida.

Ay de mi vida.

 

Allí las palmeras echan

esmeraldas. Allí las crías

del delfín esmeraldas pacen.

Allí no hay noche ni día:

cuando ordeñan a los rebaños,

de púrpura el mar se agría,

Ay de mi vida.

 

Más limpio que agua de oro

es el mundo que yo no viva:

no hay naves de arar espumas

ni arado para las viñas;

el gran árbol le da su fruto

al que el nombre del fruto diga.

Ay de mi vida.

 

Ese mundo no es el mío:

es el tuyo: el que en tus pupilas

hundido está desde siempre

y no lo alcanza mi vista.

A ese mundo quisiera entrar,

antes que suene la hora

—ay— de mi vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

[Poema de Agustín García Calvo cantado

por Amancio Prada durante el sepelio

celebrado en el cementerio de San Atilano,

en Zamora, el 2 de noviembre de 2012.

Forma parte del poemario Canciones y

soliloquios (Lucina, 1982).]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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