–
–
–
–
–
–
–
Edda está seria, quizá sintiendo lo que es el ring, el cuadrilátero, desde arriba, probándose
como una million dólar baby de la vida, averiguando si lleva dentro todo el odio, la rabia,
el rencor zulú que tal vez hay que tener entre el corazón y las entrañas para esto del boxeo,
preguntándose cuánto sufrimiento de cara rota y de cerebro roto y de vísceras hemorrágicas
es capaz de aguantar en sucio antes de morir.
–
Parece dispuesta y con talante: tal vez tiene madera seca para golpear como pasión, como
necesidad, como vicio. De momento está en su rincón, respirando humo y con los segundos fuera,
que no es un mal comienzo.
–
Edda está hermosa de mirada turbia, con la diadema como el collar de un doberman, extendida
de brazos y recogida de piernas, tal vez pensando que ella busca la destrucción o el amor,
la destrucción y el amor, cuánto amor hay en la destrucción y al revés, inspirada en las palabras
del poeta que no conoce; queriendo, deseando llegar a uno de esos caminos finales que tiene la vida,
no para morir, sino para vivir más, para estar más viva, para llegar más viva a la muerte natural de
soponcio a los ochenta y tantos.
–
–
–
–
–
–
–
–
0 comentarios