La poesía es antes sensible que inteligible.

La poesía es el arte de la memoria en perspectiva de la muerte.

La belleza brinda una defensa del dolor: El arte es placentero siempre.

La poesía carece de referente exterior a sí misma, es autorreferente: Lleva la

realidad en sí, no es escritura sobre la vida, sino emanación de vida.

La poesía va más allá de los géneros: Lo es con independencia del género

en que se inscriba.

El origen del pensamiento poético es fundamentalmente musical.

El sufrimiento es generador de poesía.

 

GAMONEDA INSTA A LA JUVENTUD

A REBELARSE CONTRA LA

“TIRANÍA ECONÓMICA DISFRAZADA DE

  DEMOCRACIA”

 

 

 

Agencia EFE

Zamora 19-1-2017

 

 

El poeta leonés Antonio Gamoneda, de 85 años, ha animado a los jóvenes a rebelarse contra la «tiranía económica disfrazada de democracia» y la sociedad de consumo actual, al igual que él plantó resistencia en su juventud al franquismo, que censuró uno de sus poemarios, ‘Blues castellano’.

Gamoneda aseguró que esa resistencia se hace ahora más difícil porque, aunque la dictadura «sigue en marcha», está más disimulada.

El premio Cervantes de 2006 aludió a los desahucios, las exiguas pensiones o las mayores diferencias entre ricos y pobres para invitar a los jóvenes españoles a rebelarse para «desmontar una falsa democracia» e instalar una verdadera. Para ello, propuso empezar por abandonar el consumismo, ya que «el gran capital lo poco que nos paga lo recupera inmediatamente» a través de las grandes superficies, los automóviles pagados a plazos, la carestía de la gasolina o las hipotecas bancarias.

«En la mentalidad española, el consumismo ha sustituido a las ideologías», declaró el poeta, que denunció cómo los políticos de «democracias sacrificadas» actúan como «sacristanes del poder económico». Además, alzó la voz contra «los crímenes sociales» que practica Europa al cerrar las puertas a los refugiados.

 

 

 

 

 

 

Ha de llover

 

Hay sequía en la luz y la ceniza llora,

como mi madre, sin lágrimas.

 

Ha de llover.

 

Ha de llover hasta que se levanten los maíces sagrados y sea posible la

/celebración de la muerte.

Ha de llover.

 

¿Por qué no? ¿ Por qué no ha de llover

en la tiniebla intestinal y en las hirvientes médulas?

 

Ha de llover

 

en los niños frenéticos y en los adoradores nocturnos

y en los ancianos extraviados en la música.

 

Ha de llover

en el aire poblado de ausentes y en la felicidad ensangrentada.

 

Ha de llover sobre esta piedra enferma

donde, en la noche, cunde un resplandor

procedente de astros inservibles.

 

Ha de llover. Tiene que llover con dulzura

sobre los suicidas del amanecer.

 

Ha de llover

 

en la superficie cristianizada por la industria. Ha de llover

hasta que aúllen las alondras y,

bajo las catenarias, en Vega Magaz,

los ferroviarios se desnuden

y detengan la máquina que llora.

 

Ha de llover en la extremaunción

sacramentalmente perversa. Ha de llover

en el interior del hierro y en el pensamiento

de los cianóticos y

de los niños prematuros.

 

Ha de llover

 

sobre las secretarias parturientas,

sobre los tísicos y los asesinos,

sobre los comandantes y las monjas.

 

Ha de llover en los prostíbulos

y en los ministerios incomprensibles

y en las fístulas eternas. Sí,

 

ha de llover. Y las serpientes

aprenderán a silbar con dulzura

unas seiscientas melodías olvidadas. Son

reconocibles por su olor a sombra

y a sustancia inguinal. Dichas serpientes

han de silbar en las cajas de ahorro

y en los urinarios y en las tumbas.

 

Ha de llover. Hoy es martes

de salvación. Hoy resucitan

los fusilados de Villamañán.

 

Ha de llover en las grandes letrinas

notariales hasta que aparezcan los títulos

de propiedad de la luz y de la tristeza hipotecaria

y las cartas de amor de Francisco Franco.

 

Ha de llover, ha de llover dulcemente, sobre las niñas que abortan

/en octubre y

sobre los padres invisibles.

 

Ha de llover en la agonía de Jorge Pedrero

y sobre los visitantes clandestinos.

 

Ha de llover. Causa analógica:

se sabe que los agonizantes son felices

rodeados de llanto.

 

Ha de llover,

 

ha de llover sobre los huesos de Felipe Segundo

y de los Caídos por Dios y por España.

 

Agua para los prostáticos

y su dolor universal, agua también

para los sifilíticos y los curas.

 

Agua para los Borbones,

y para los mendigos y las mujeres desnudas

que gritaron los gritos amarillos

de mil novecientos treinta y seis.

 

Ha de llover.

 

Ha de llover en los pantanos

rebosantes (se dice) de fascismo y de

melancolía azul. Han de existir

poderosas razones ecuménicas

para que llueva en los pantanos. Ha

de ser físicamente necesario a causa

de la prosperidad del incesto y de los cuchillos

olvidados en las iglesias. Ha

de llover.

 

Ha de llover, sí, pero no han de olvidarse

los manantiales del odio ni las acequias

secretas de los monasterios ni

la humedad de las sociedades anónimas.

 

Ha de llover jamás y siempre. Con

desesperación agraria. Ha de llover

hasta que enloquezcan los metales

y el sílice y las inmensas madres

del Barrio de la Sal. 

Ha de llover.

Ha de llover ya.

¿Está lloviendo?

 

Sí, está lloviendo. Las madres,

bajo la lluvia, van

al penal incesante. Son blancas y locas,

llevan fuego y amor.

Ah de la lluvia,

ah del amor, ah del fuego.

Llueve

en mi pasado y en mis venas. Va a llover

también en mi desaparición.

Ah de la lluvia

sobre las madres locas. Ya arde, bajo el agua,

San Marcos con amor, ya están ardiendo

dulcemente los juicios sumarísimos.

 

Ah de la lluvia.

 

 

 

 

Madrid, León. Noviembre-diciembre de 2007

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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