antonio gamoneda
libro de los venenos
Corrupción y fábula del Libro Sexto de Pedacio Dioscórides y Andrés de Laguna,
acerca de los venenos mortíferos y de las fieras que arrojan de sí ponzoña
ediciones siruela
1997
madrid
de las señales del perro rabioso y de los mordidos
He querido hablar de la mordedura del perro rabio-
so primero que de las otras, por cuanto este animal es
doméstico y familiar al hombre, además de que suele rabiar
y morir rabiando. De sus daños es muy difícil guar-
darse, por lo que incurren los hombres en muy negros
peligros si no son socorridos con extremada diligencia y
convenientes remedios.
Suele por la mayor parte rabiar el perro cuando el
tiempo es en extremo hirviente o cuando fatigan mucho
los fríos. El perro que rabia, huye así del comer como
del beber; arroja gran cantidad de flema por la boca y las
narices; mira con ojos turbios; se muestra melancólico y
sin ladrar arremete a todos, m ordiendo igualmente a las
fieras y a los hombres, y no menos a los familiares que a
los extraños.
Al principio, la mordedura no da grave tormento,
salvo el dolor de la herida; después, en su tiempo, en-
gendra la enfermedad llamada hidrofobia, por el gran
miedo de las aguas que los mordidos tienen, la cual sue-
le venir con retracción de nervios, rojez de todo el cuer-
po y en especial del rostro, sudor y olvido. Algunos de los
mordidos huyen y aborrecen la luz; otros continuamente
se duelen; otros, finalmente, ladrando a manera de pe-
rros, muerden a cuantos se les paran delante y, mordién-
doles, les infunden la misma rabia.
Hasta ahora, no he visto que haya escapado ningu-
no de los que cayeron en la hidrofobia, aunque Eudemo
hace mención de uno que se libró y otros afirman que
Themison, habiendo sido mordido y, después, ocupado
de la rabia, alcanzó salud. Esto mismo cuentan algunos
de otra manera: que Themison, médico, mientras condo-
liéndose de un amigo (el cual ya tenía gran horror a las
aguas) lo curaba y servía, cayó en la misma indisposición,
de la cual escapó después de muchos tormentos. Esta en-
fermedad es muy trabajosa y difícil, aunque yo sané de
ella a muchos, siempre antes de que se sintiesen sus acci-
dentes.
El perro es un animal familiar, agradecido y fidelísimo al
hombre, lo cual se podría fácilmente probar con muchos que,
habiendo sido desamparados de sus deudos, amigos y servi-
dores, hallaron en los perros presidio, fe y lealtad contra el furor
de sus enemigos. De la fidelidad de este animal hallamos nota-
bles ejemplos en las historias naturales, principalmente en el ca-
pítulo cuarenta del libro dieciocho de Plinio.
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