antonio lucas: autorretrato
antonio lucas
los desnudos
XXII premio de poesía generación del 27
colección visor de poesía
Podría decir que acepto lo que he sido.
Que hay noches en que regreso de vivir
y de esa palidez algo me calma.
Que quien confía en lo inmortal muere de tiempo.
A veces digo la verdad
y sé que así no basta.
A veces tiemblo de alegría
por algo imprevisible,
y ya no sé si entonces hay que inventarlo todo
ni qué cuota de sangre le debo yo a la vida.
Por qué tanto hundimiento.
Y tanta disciplina en el ahorro.
Para qué esta sed tan mía que no derrota el agua.
Para qué entender el daño
si solo acepto alivio en ese daño mismo.
Las cosas no se explican,
tampoco el hilo suelto de mi nadar sin nieta.
Quisiera, sin residuo alguno de lamento,
regresar al túnel de ser niño,
mirarme desde ahí,
mirarme hasta el naufragio,
pensar qué sucedió para encontrarnos,
qué loca gratitud prendió tan mutuamente.
Ser diestro en apurar las sombras
exige un alto precio.
El hombre no puede interrumpirse
de un golpe o para siempre,
ni perder el saldo de su asombro,
ni burlar las cinco esquinas de la muerte,
o el amor que va en los huesos.
El hombre es una prórroga de muchos seres previos.
El oro declinante del fondo del océano.
El mismo hombre que soy,
mi primera persona, su frágil consorcio,
y su ronda metódica,
y su poco de miedo.
Ya solo espero aquello que seré mientras espero
lleno de música y tiempo,
lento de oficio y querencias,
quieto de mar y regresos.
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