cees nooteboom
jaime priede
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Quizá pudiera utilizarse alguna vez en algún sitio.
Quizá fuera sólo para ejercitarse, como algunos
maestros chinos o japoneses habían dibujado cada
día un león para en un futuro, al menos así era la historia,
llegar a dibujar por fin ese león perfecto al final
de sus vidas. Alguna vez podría filmar el crepúsculo
como nadie lo había hecho antes. Y a esto se le añadía
otro elemento, el de la caza. Cazar, coleccionar, como
había visto hacer a los aborígenes de Australia; llegar
a casa con algo, así de simple era. Su colección, así
llamaba a las pilas de película almacenadas en Madrid,
en Amsterdam y aquí, en Berlín. |•
El día de todas las almas
trad. de Julio Grande
Siruela
2000
El tiempo es un enigma, un fenómeno licencioso
y desmedido que se niega a dejarse conocer y en el
que nosotros hemos introducido un orden aparente
desde la impotencia. |•
La historia siguiente
trad. de Julio Grande
Siruela
1992
Ella había cogido su mano, parecía como si ejecutara
un baile con él, un baile en el laberinto de este
jardín que no podía existir en ningún otro sitio más
que en un tiempo desaparecido para siempre […].
Existía, pensó, y al mismo tiempo no existía. Él no
formaba parte del entorno, estaba aquí con ella y no
tenía nada que ver con su mundo. Quería ahuyentar
la palabra ensueño, sin embargo, una y otra vez volvía
a salir a la superficie, y lo que sentía era de nuevo
esta absurda mezcla de tristeza y felicidad, pero tan
inmensamente que apenas podía con ella. Y todo
este tiempo no paraba, la profesión, seguía mirando,
fotografiando con sus ojos, un tonel de agua, un
bonsái, un crisantemo como un arma, un creciente
crecimiento de la sombra de juncos. |•
¡Mokusei! , el Buda tras la empalizada
trad. de Julio Grande
Siruela
1994
Aún permanecí allí un rato, tratando de imaginar
aquel día de 1894, la gente, los colores, las quedas
lenguas polinesias, y cómo, cuando todo hubo
terminado, bajaron de nuevo lentamente y dejaron
al muerto en su cima. Había allí algo más, que me
preocupaba, algo sorprendente, y no descubrí de inmediato
por qué y de qué me sorprendía. Había algo
diferente. Veía barcas en el agua, allá abajo; veía grandes
aves de presa volando en círculo por encima de la
selva virgen, y de pronto lo supe: me encontraba en
un cementerio sin muertos. Estaba él solo, sin compañía.
Cuando yo me fui, volvió a reinar quizá el mismo
silencio de la primera noche de su muerte. [Ante
la tumba de Robert Louis Stevenson] |•
Tumbas de poetas y pensadores
trad. de María Condor
Siruela
2007
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Los escritores son gente que habla de países
imaginarios o que da a países que existen montañas
que no existen. En resumen, gente que no imita con
brío lo que llamamos realidad, en virtud de una receta
aristotélica mal interpretada, sino que, al contrario,
utiliza las posibilidades infinitas del arte para traicionarla,
subvertirla, arrollarla o intensificarla, porque,
de otro modo, este mundo no sería soportable. |•
En las montañas de Holanda
trad. de Felipe Lorda
Edhasa
1990
Paso por delante de la leprosería y de un hombre
ceniciento que yace como muerto en el polvo de la
carretera. El calor empieza a apretar. Y es entonces
cuando sucede. No sabría cómo decirlo de otra manera:
estoy en el mercado y me doy de bruces contra
el tiempo, contra una economía distinta, un código
de conducta distinto, caigo de mi mundo pero no voy
aparar al mundo de ellos, sino que me transformo en
una especie terrible de outcast, un verdadero extraño.
Me envuelve una atmósfera de Antiguo Testamento,
no sé si me explico. Seguramente me refiero
a que me siento transportado a otros tiempos, muy
remotos, a un mundo que tendría que haber desaparecido
ya, que ha dejado de existir hace tiempo. |•
Hotel Nómada
trad. de Isabel Clara Lorda Vidal
Siruela
2002
En estos últimos años he visitado innumerables
tumbas de poetas y las sensaciones
que he experimentado
junto a ellas han sido siempre las mismas.
Visitamos a unos muertos a los que
conocemos mejor
que a la mayoría de los vivos. |•
Tumbas de poetas y pensadores
trad. de María Condor,
Siruela
2007
El misterio lo eres tú, aunque no seas consciente
de ello. El misterio lo eres tú porque es imposible
adivinar tus pensamientos; cuando hablas, tu mirada
no se corresponde con lo que estás diciendo, es
como si estuvieras ocultando algo dentro de ti, impenetrable
para los demás. Esta forma de ser te causará
problemas, pero no debes temerla. |•
Perdido el paraíso
trad. de Isabel Clara Lorda Vidal,
Siruela
2006
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