album: Les fleurs du mal (1861 – 2ème édition) – 109 – Fleurs du mal – 01 – CIX

 

 

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la destruction

 

 

Sans cesse à mes côtés s’agite le Démon;
Il nage autour de moi comme un air impalpable;
Je l’avale et le sens qui brûle mon poumon
Et l’emplit d’un désir éternel et coupable.

 

Parfois il prend, sachant mon grand amour de l’Art,
La forme de la plus séduisante des femmes,
Et, sous de spécieux prétextes de cafard,
Accoutume ma lèvre à des philtres infâmes.

 

Il me conduit ainsi, loin du regard de Dieu,
Haletant et brisé de fatigue, au milieu
Des plaines de l’Ennui, profondes et désertes,

 

Et jette dans mes yeux pleins de confusion
Des vêtements souillés, des blessures ouvertes,
Et l’appareil sanglant de la Destruction!

 

 

 

la destrucción

 

 

A mi lado sin pausa el Demonio se agita;
A mi lado flota como el aire intocable;
Lo bebo y siento cómo abrasa mis pulmones
ahogándome en un deseo culpable y eterno.
 
Adopta, a veces, pues conoce mi amor por el Arte,
la apariencia de la mujer más seductora,
y acudiendo a especiosos pretextos cobardes,
acostumbra mis labios a sus depravados hechizos.
 
Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solitarias planicies del Hastío,
 
Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento artificio en donde habita la Destrucción!
 
 
 
autor desconocido: de la página El espejo gótico
 
 
 

la destrucción

 

 

 
Incesante a mi vera se agita el Demonio;
Flota alrededor mío como un aire impalpable;
Lo aspiro y lo siento que quema mis pulmones
Y los llena de un deseo eterno y culpable.
 
A veces toma, sabiendo mi gran amor al Arte,
La forma de la más seductora de las mujeres,
Y, bajo especiosos pretextos de tedio,
Habitúa mis labios a filtros infames.
 
Me conduce así, lejos de la mirada de Dios,
Jadeante y destrozado por la fatiga, en medio
De las llanuras del Hastío, profundas y desiertas,
 
Y despliega ante mis ojos llenos de confusión
Vestimentas mancilladas, heridas abiertas,
¡Y el aparejo sangriento de la Destrucción!
 
 
 
de wikisource
 
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la destrucción

 
 
 
El demonio a mi lado acecha en tentaciones;
como un aire impalpable lo siento en torno mío;
lo respiro, lo siento quemando mis pulmones
de un culpable deseo con que, en vano, porfío.
 
Toma a veces la forma, sabiendo que amo el arte,
de la más seductora de todas las mujeres;
con pretextos y antojos que no hecho a mala parte
acostumbra mis labios a nefandos placeres.
 
Cada vez más, me aleja de la dulce mirada
de Dios, dejando mi alma jadeante, fatigada
en medio de las negras llanuras del hastío.
 
Y pone ante mis ojos llenos de confesiones,
heridas entreabiertas, espantosas visiones…
la destrucción preside este corazón mío.
 
 
 
 
Versión de María Fasce
    
    
 
 

la destrucción

 

 

El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento como quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

 

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

 

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

 

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!

 

 

 

Versión de Juan Jofre Vernués

 

 

la destrucción

 

 

 
El Demonio se agita a mi lado sin tregua;
Nada a mi alrededor como un aire impalpable;
Yo lo trago y descubro que quema mis pulmones
Que llena de un deseo infinito y culpable.
 
Toma a veces, sabiendo de mi amor por el Arte,
De la más seductora mujer el parecido,
Y, usando de engañosos pretextos de falsario,
Acostumbra mis labios a los filtros infames.
 
Lejos de la mirada de Dios, así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
de planicies de Hastío, profundas y desiertas,
 
Y lanza ante mis ojos llenos de confusión
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento aparato de la cruel Destrucción!
 
 
 
 
Versión de Pedro Casas Serra

 

 

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