charles simic
el mundo no se acaba
simic
poemas en pros
Al cuarto año de guerra Hermes apareció. Así
visto, no era gran cosa. Su uniforme de cartero era
un montón de harapos; los ratones entraban y salían
de sus bolsillos. El sombrero de ala ancha con que se
cubría tenía agujeros de bala. Aún llevaba el famoso
bastón que cierra los ojos de los muertos, pero
parecía roído. ¿Había dejado que los moribundos lo
mordieran? En cualquier caso, no tenía cartas para
nosotros. «¡Dios de los ladrones!», le gritamos a sus
espaldas cuando ya no podía oímos.
In the fourth year of the war, Hermes showed up. He was not much to look at. His mailman s coat was
in tatters; mice ran in and out of its pockets. The broad- brimmed hat he was wearing had bullet holes.
He still carried the famous stick that doses the eyes of the dying, but it looked gnawed. Did he let the
dying bite on it? Whatever the case, he had no letters for us. lGod of thieves!* we shouted behind his
back when he could no longer hear us.
La ciudad había caído. Llegamos ante la
ventana de una casa dibujada por un loco. El sol de
poniente brillaba sobre unas cuantas máquinas sin
utilidad abandonadas. «Recuerdo», dijo alguien, «que
antiguamente era posible convertir a un lobo
en hombre y luego sermonearle hasta quedarnos
a gusto».
The city had fallen. We came to the window of a house drawn by a madman. The setting sun shone on a few
abandoned machines of futility. ‘I remember/ someone said,‘how in ancient times one could turn a wolf into a
human and then lecture it to ones heart’s content’.
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