clarice lispector

Revelación de un mundo

A descoberta do mundo

 

Selección de textos, presentación,

revisión y notas de Amalia Sato

 

Adriana Hidalgo editora S.A.

octubre de 2005

Buenos Aires

 

 

 

19 de agosto 1967

JUGAR A PENSAR

 

 

El arte de pensar sin riesgos. Si no fuese por los caminos de emoción adonde el pensamiento conduce, el pensar ya se habría catalogado como

uno de los modos de divertirse. No se invita a los amigos al juego a causa de la ceremonia que se cumple al pensar. El mejor modo es invitar sólo a

una visita, y, como quien nada pide, pensar juntos, con el disimulo de las palabras.

Esto, en tanto juego liviano. Pues para pensar en profundidad —que es el máximo grado del hobby— es necesario estar solo. Porque entregarse

a pensar es una gran emoción, y solamente se tiene el valor de pensar delante de otro cuando la confianza es tan grande que no hay inhibición en

usar, de ser necesario, la palabra otro. Además se exige mucho de quien nos ve pensar: que tenga un corazón grande, amor, cariño, y la experiencia

de haberse entregado también a pensar. Se exige tanto de quien oye las palabras y los silencios —como se exigiría en el sentir. No, no es cierto. En

el sentir se exige más.

Bueno, pero, en cuanto al pensar como diversión, la ausencia de riesgos lo pone al alcance de todos. Algún riesgo existe, es claro. Se juega y

se puede salir con el corazón ensombrecido. Pero por lo general, si se toman los recaudos intuitivos, no hay peligro.

Como hobby, presenta la ventaja de ser por excelencia transportable. Aunque en el seno del aire sea aún mejor, a mi ver. En ciertas horas de la

tarde, por ejemplo, cuando la casa llena de luz más parece vaciada por la luz, mientras la ciudad entera se estremece trabajando y sólo nosotros

trabajamos en casa pero nadie lo sabe —en esas horas en que la dignidad se reharía si contáramos con un taller de arreglos o una sala de costura—,

en esas horas: se piensa. Así: se empieza desde el punto exacto donde uno se encuentre, aunque no sea por la tarde; sólo por la noche no lo aconsejo.

Una vez por ejemplo —en el tiempo en que mandábamos la ropa a lavar afuera— estaba yo haciendo la lista. Tal vez por el hábito de poner título

o por unas súbitas ganas de tener un cuaderno prolijo como en la escuela, escribí: lista de… Y fue en ese instante cuando aparecieron las ganas de no

ser seria.

Es ésta la primera señal del animus brincandi, en materia de pensar —como hobby. Y escribí aguda: lista de sentimientos.

Lo que quería decir con esto tuve que dejarlo para más adelante —señal de que estaba en el camino correcto y que no me afligía por no entender; la

actitud debe ser: no se pierde por esperar, no se pierde por no entender.

Entonces empecé una listita de sentimientos de los cuales no sé el nombre. Si recibo un regalo hecho con cariño por una persona que no quiero

—¿cómo se llama lo que siento? La falta que se siente de una persona que ya no queremos, ese dolor y ese rencor— ¿cómo se llaman?

Estar ocupada —y de pronto detenerme por haber sido invadida por una súbita indolencia dulcificadora y venturosa, como si una luz de milagro

hubiese entrado en la sala: ¿cómo se llama lo que se ha sentido? Pero debo aclarar. A veces se empieza a jugar a pensar, y he aquí que

inesperadamente es el juguete el que empieza a jugar con nosotros. No es bueno. Es sólo fructífero.

 

 

 

 

1967 19 de agosto

 

Brincar de pensar

A arte de pensar sem riscos. Não fossem os caminhos da emoção a que leva o pensamento, pensar já teria sido catalogado

como um dos modos de se divertir. Não se convidam amigos para o jogo por causa da cerimônia que se tem em pensar.

O melhor modo é convidar apenas para uma visita, e, como quem não quer nada, pensa-se junto, no disfarçado das palavras.

Isso, enquanto jogo leve. Pois para pensar fundo – que é o grau máximo do hobby – é preciso estar sozinho.

Porque entregar-se a pensar é uma grande emoção, e só se tem coragem de pensar na frente de outrem quando a confiança

é grande a ponto de não haver constrangimento em usar, se necessário, a palavra outrem. Além do mais exige-se muito de quem

nos assiste pensar: que tenha um coração grande, amor, carinho, e a experiência de também se ter dado ao pensar.

Exige-se tanto de quem ouve as palavras e os silêncios – como se exigiria para sentir. Não, não é verdade. Para sentir exige-se mais.

Bom, mas, quanto a pensar como divertimento, a ausência de riscos o põe ao alcance de todos. Algum risco tem, é claro.

Brinca-se e pode-se sair de coração pesado. Mas de um modo geral, uma vez tomados os cuidados intuitivos, não tem perigo.

Como hobby, apresenta a vantagem de ser por excelência transportável. Embora no seio do ar ainda seja melhor, segundo eu.

Em certas horas da tarde, por exemplo, em que a casa cheia de luz mais parece esvaziada pela luz, enquanto a cidade inteira estremece

trabalhando e só nós trabalhamos em casa mas ninguém sabe – nessas horas em que a dignidade se refaria se tivéssemos uma oficina

de consertos ou uma sala de costuras – nessas horas: pensa-se. Assim: começa-se do ponto exato em que se estiver, mesmo que não

seja de tarde; só de noite é que não aconselho.

Uma vez, por exemplo – no tempo em que mandávamos roupa para lavar fora – eu estava fazendo o rol. Talvez por hábito de dar título

ou por súbita vontade de ter caderno limpo como em escola, escrevi: rol de… e foi nesse instante que a vontade de não ser séria chegou.

Este é o primeiro sinal do animus brincandi, em matéria de pensar – como – hobby. E escrevi esperta: rol de sentimentos.

O que eu queria dizer com isto tive que deixar para ver depois – outro sinal de se estar em caminho certo é o de não ficar aflita por não entender;

a atitude deve ser: não se perde por esperar, não se perde por não entender.

Então comecei uma listinha de sentimentos dos quais não sei o nome. Se recebo um presente dado com carinho por pessoa de quem não gosto

– como se chama o que sinto? A saudade que se tem de pessoa de quem a gente não gosta mais, essa mágoa e esse rancor – como se chama?

Estar ocupada – e de repente parar por ter sido tomada por uma súbita desocupação desanuviadora e beata, como se uma luz de milagre tivesse

entrado na sala: como se chama o que se sentiu?Mas devo avisar. Às vezes começa-se a brincar de pensar, e eis que inesperadamente o

brinquedo é que começa a brincar conosco. Não é bom. É apenas frutífero.

 

 

 

 


 

 

 

 

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