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por no estar distraídos

 

 

 

 

Había la levísima embriaguez de andar juntos, esa alegría, como cuando se siente la garganta un poco seca y se ve que por admiración se estaba con la boca abierta. Respiraban de antemano el aire que estaba delante y tener esa sed era su propia agua. Andaban por calles y calles hablando y riendo, hablaban y reían para dar materia y peso a la levísima embriaguez que era la alegría de su sed. A causa de los coches y de la gente, a veces se tocaban, y a ese contacto -la sed es la gracia, pero las aguas son de una belleza oscura-, y a ese contacto brillaba el brillo de su agua, la boca un poco más seca de admiración. ¡Cómo admiraban estar juntos!

Hasta que todo se transformó en no. Todo se transformó en no cuando ellos quisieron esa misma alegría suya. Entonces la gran danza de los errores. El ceremonial de las palabras poco acertadas. El buscaba y no veía, ella no veía que él no había visto, ella que estaba allí, sin embargo. Sin embargo él, que estaba allí. Todo fue un error, y había la gran polvareda de las calles, y cuanto más se equivocaban, más querían con aspereza, sin una sonrisa. Todo sólo porque habían prestado atención, sólo porque no estaban lo bastante distraídos.

Sólo porque, de repente, exigentes y duros, quisieron tener lo que ya tenían. Todo porque habían querido darle un nombre; porque quisieron ser, ellos que eran. Aprendieron entonces que, si no se está distraído, el teléfono no suena, y que es necesario salir de casa para que la carta llegue, y que cuando el teléfono finalmente suena, el desierto de la espera ya ha cortado los hilos. Todo, todo por no estar más distraídos.

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por nao estarem distraídos

 

Havia a levíssima embriaguez de andarem juntos, a alegria como quando se sente a garganta um pouco seca e se ve que por admiraçao se estava de boca entreaberta: eles respiravam de antemao o ar que estava a frente, e ter esta sede era a própria água deles. Andavam por ruas e ruas falando e rindo, falavam e riam para dar materia e peso a levíssima embriaguez que era a alegria da sede deles. Por causa de carros e pessoas, ás vezes eles se tocavam, e ao toque – a sede é a graça, mas as águas sao uma beleza de escuras – e ao toque brilhava o brilho da água deles, a boca ficando um pouco mais seca de admiraçao. Como eles admiravam estarem juntos!

Até que tudo se transformou em nao. Tudo se transformou em nao quando eles quiseram essa mesma alegria deles. Entao a grande dança dos erros. O cerimonial das palavras desacertadas. Ele procurava e nao via, ela nao via que ele nao vira, ela que estava ali, no entanto. No entanto ele que estava ali. Tudo errou, e havia a grande poeira das ruas, e quanto mais erravam, mais com aspereza queriam, sem um sorriso. Tudo só porque tinham prestado atençao, só porque nao estavam bastante distraídos. Só porque, de súbito exigentes e duros, quiseram ter o que já tinham. Tudo porque quiseram dar um nome; porque quiseram ser, eles que eram. Foram entao aprender que, nao se estando distraído, o telefone nao toca, e é preciso sair de casa para que a carta chegue, e quando o telefone finalmente toca, o deserto da espera já cortou os fios. Tudo, tudo por nao estarem mais distraídos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CLARICE LISPECTOR

PARA NO OLVIDAR

Crónicas y otros textos

Traducción del portugués de

Elena Losada

Libros del Tiempo Ediciones Siruela

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

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