clarice lispector
revelación de un mundo
a descoberta do mundo
traducción: Amalia Sato
Adriana Hidalgo editora
octubre de 2005
Buenos Aires
por qué?
Un día un muchacho vio a su novia en la esquina conversando con dos amigas.
¿Por qué sintió malestar como si ella siempre le hubiera mentido y recién ahora
él tuviera la prueba?
Sin embargo, ella nunca le había dicho que no salía o que no reía o no conversaba.
Pero la idea que se había hecho de ella había sido traicionada por esa nueva
visión: junto a las amigas, parecía otra persona.
Lo peor es que tampoco ella se sintió bien cuando él le contó que la había visto.
Le hizo muchas preguntas:
¿cómo me veía? ¿con qué ropa? ¿me estaba riendo?
Y él sintió que, si hubiera posibilidad de explicarlo —y no la había— le prohibiría
que se encontrara con las amigas.
Ella pensaría erróneamente en celos. La idea de que ella pudiera imaginar con
simplicidad cosas favorables de sí misma, como objeto precioso de celos, le
dio pena de ella y la encontró ridícula.
De cualquier modo, desde que había visto su nueva faceta al verla conversando
en la esquina, de algún modo la despreció.
Como no entendía por qué, buscaba acusarla: parece una criada que después
de lavar los platos va con las manos rojas a conversar a la esquina.
Pero no era la verdad, ni él logró convencerse con su argumento.
Sólo que ahora permanecía frío cuando ella le contaba, por ejemplo, lo que
había soñado por la noche.
La miraba con ojos muy abiertos y sin cariño, bien abiertos para no recibirla,
como si le dijera; ¿crees que me engañas?
Eres otra persona, te vi conversando en la esquina.
Nunca más se entendieron, y el noviazgo no duró mucho.
Terminó fríamente, sin saudades.
por quê?
Um dia o rapaz viu sua namorada na esquina conversando com duas amigas.
Por que sentiu ele um mal-estar como se ela sempre tivesse mentido e só agora ele tivesse a prova?
No entanto ela nunca dissera que saía ou que não ria nem conversava. Mas a ideia que ele fizera dela fora traída pela visão nova: junto das amigas, ela parecia uma outra pessoa.
O pior é que também ela não se sentiu bem quando ele contou que a tinha visto. Fez-lhe muitas perguntas: como é que eu estava? com que roupa? eu estava rindo? E ele sentiu que, se houvesse possibilidade de se explicar – e não havia – proibiria que ela se encontrasse com as amigas. Ela pensaria erradamente em ciúmes.
A ideia de que ela pudesse imaginar com simplicidade coisas favoráveis a si própria, como se objeto precioso de ciúme, deu-lhe pena e ele achou-a ridícula.
De qualquer maneira, desde que vira nova faceta dela ao estar conversando na esquina, de algum modo a desprezava. Como não entendia por quê, procurava acusá-la: parece uma criada que depois de lavar os pratos vai de mãos vermelhas conversar na esquina.
Mas não era a verdade, nem ele conseguiu se convencer com o próprio argumento. Só que agora permanecia frio quando ela lhe contava, por exemplo, o que sonhara de noite.
Olhava-a de olhos bem abertos e sem carinho, bem abertos para não recebê-la, como se lhe dissesse: você pensa que me engana?
Você é outra pessoa, eu vi você conversando na esquina.
Nunca mais se entenderam bem, e o namoro não durou muito.
Terminou friamente, sem saudades.
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