clarice lispector

 

revelación de un mundo

 

a descoberta do mundo

 

 

traducción: Amalia Sato

Adriana Hidalgo editora

octubre de 2005

Buenos Aires

 

 

 

 

 

sin título

 

 

¿Cómo se atrevieron a decir que yo más vegeto que vivo?

Sólo porque llevo una vida un poco retirada de las luces de la escena. Tan luego yo, que

vivo la vida en su elemento puro. Tan en contacto estoy con lo inefable.

Respiro profundamente Dios. Y vivo muchas vidas. No quiero enumerar cuántas vidas de

los otros yo vivo. Pero las siento a todas, todas respirando. Y tengo la vida de mis muertos.

A ellos les dedico mucha meditación. Estoy en pleno corazón del misterio.

A veces mi alma se retuerce toda.

Tengo una amiga que tiene cálculos renales. Y, cuando una piedra quiere pasar, ella vive

el infierno hasta que pase.

Espiritualmente, muchas veces una piedra quiere pasar, y entonces me retuerzo toda.

Después que ella pasa, me siento pura. Es mentira decir que una no puede ser ayudada.

La mera presencia de una persona que vive me ayuda.

Me ayuda la saudade mansa y dolorida de quien amé. Y me ayuda mi propia respiración.

Y hay momentos de risa o sonrisa. De alegría, la más alta.

Una persona un día me escribió: yo te dejaría por Dios.

Entiendo. ¿Será que esa persona ya pudo dejarme y me cambió por Dios?

¿O tiene saudade de mí?

Creo que tiene saudade de mí y que por momentos es poseída por Dios. En el momento

en que escribo, mi desnudez es casta.

Y es bueno escribir: es la piedra que finalmente pasa. Me entrego toda a esos momentos.

Y poseo mi muerte. Ya tengo una gran saudade de los que dejaré. Pero estoy tan leve.

Nada me duele. Porque estoy viviendo el misterio.

La eternidad antes de mí y después de mí. El símbolo del misterio está en Vila Velha,

Paraná: existe antes de la aparición del hombre en la Tierra. El silencio que debía

haber en aquel tiempo no habitado.

La energía silenciosa. Del tiempo que siempre existió. El tiempo es permanente.

Nunca terminará. ¿No es lindo eso? Tengo también otra piedra, todavía más antigua:

los geólogos llegaron a la conclusión de que data de la época de la formación de la Tierra.

Brasil es muy antiguo. Sus volcanes ya están extinguidos. Paré un instante de escribir

para tomar esta piedra y entrar en comunión con ella. Me dieron también un pequeño

diamante: parece una gota de luz en la palma de mi mano. Tengo fuertes tentaciones

y fuertes deseos.

Para superar todo esto, paso 40 días en el desierto. Tengo a mi lado un vaso de agua.

De vez en cuando tomo un trago. Así estoy saciando todas mis sedes. Voy a enseñar

ahora un modo hindú para tener paz.

Parece juego pero es verdad. Es así: imaginar un ramo de rosas blancas. Visualizar su

blancura suave y perfumada.

Después, que se piense en un ramo de rosas rojas, príncipe negro: son encarnadas,

apasionadas.

Después, que se visualice un ramo de rosas amarillas, que son, como ya escribí, un

grito de alarma alegre.

Después, que se imagine un ramo de rosas rosadas, en su recato, pétalos gruesos y

aterciopelados.

Después, que mentalmente se reúnan esos cuatro grandes ramos en una enorme cesta.

Y, finalmente, que se retire la color rosa, tal vez, por ser tan recatada en su palidez y

por ser la rosa por excelencia, y que se la lleve mentalmente a un jardín y se la vuelva

a su cantero.

Los hindúes consiguen paz con esta mentalización.

Pienso en la India, que probablemente nunca conoceré.

Pero el hambre no espiritualiza a nadie. Sólo el hambre deliberada.

Está lloviendo, son  las cuatro de la madrugada.

El viento sacude las puertas cerradas de mi balcón.

Pero mi cuerpo está caliente. Debería sentir frío, pero estoy caliente y viva. Hoy a la

tarde voy a tener un encuentro muy importante.

Respeto profundamente el alma de la persona con quien voy a encontrarme. Y esta

persona me respeta mucho. Tal vez sea un encuentro en silencio. Me mandaron de

Minas Gerais una carta: en ella estaba dibujada mi cara y el hombre decía que me

amaba con mudo fervor.

Le respondí diciendo que todo fervor es mudo. Y le agradecí ser el objeto de ese fervor.

El dibujo es muy bueno. Me pregunto si ese hombre me conoció personalmente, de

cuando estuve en Belo Horizonte dando una conferencia.

Es un dibujo más fiel que una fotografía. ¿Y quién es Gilberto? Que me mandó un

dibujo en el que aparezco de cuerpo entero, con un cigarrillo en la mano. Al lado,

Gilberto escribió el título de mis libros y dibujos alusivos a los títulos. Y, en el lado

derecho, muy juvenilmente, Gilberto escribió: “¡Linda! ¡Fascinante! ¡Fatal!”.

 

Gilberto, no existen seres fatales, salvo en el cine mudo. El dibujo también es muy bueno.

¿Usted me conoció personalmente, Gilberto? Disculpe, pero no lo recuerdo. Y usted

firmó solamente “Gilberto”, no puso en el sobre ninguna dirección, es por eso que le

respondo aquí.

Para hacer del encuentro de hoy a la tarde algo alegre voy a vestirme y perfumarme

muy bien. Y, si hablamos, serán palabras de alegría.

¿Qué perfume usaré? Creo que ya sé cuál. No digo qué perfumes uso: son mi secreto.

Uso perfume para mí. Me acuerdo de mi padre: él decía que yo era muy perfumada. Mis

hijos también lo son. Es un don que Dios da al cuerpo. Humildemente lo agradezco. Y un

día tal vez yo vaya a la India.

Pediré un préstamo al Banco y tendré dinero para ir y quedarme una semana allí.

¿Tendré valor para ir sola? Es necesario que tenga la dirección de alguien allá que me

guíe. Me gustaría tanto ir… Voy a terminar ahora porque tengo un espacio delimitado

en este diario. Voy a leer un poco. Sobre diamantes. En una revista italiana que dice:

Tra le pietre preziose é la piú bella, la piú ricercata, é l’idea stessa di pietre preziosa.

 

 

 

 

sem título

 

 

 

 

Como é que ousaram me dizer que eu mais vegeto que vivo?

Só porque levo uma vida um pouco retirada das luzes do palco. Logo eu, que vivo

a vida no seu elemento puro. Tão em contato estou com o inefável.

Respiro profundamente Deus. E vivo muitas vidas. Não quero enumerar quantas

vidas dos outros eu vivo. Mas sinto-as todas, todas respirando.

E tenho a vida de meus mortos. A eles dedico muita meditação. Estou em pleno

coração do mistério. Às vezes minha alma se contorce toda.

Tenho uma amiga que tem cálculos renais. E, quando uma pedra quer passar, ela

vive o inferno até que passe. Espiritualmente, muitas vezes uma pedra quer passar,

então eu me contorço toda.

Depois que ela passa, fico toda pura. É mentira dizer que a gente não pode ser ajudada.

Sou ajudada pela mera presença de uma pessoa vivendo.

Sou ajudada pela saudade mansa e dolorida de quem eu amei.

E sou ajudada pela minha própria respiração.

E há momentos de riso ou de sorriso. De alegria, a mais alta. Uma pessoa um dia

escreveu-me: eu te deixaria por Deus.

Eu entendo. Será que essa pessoa já pôde me deixar e me trocar por Deus?

Ou tem saudade de mim?

Creio que tem saudade de mim e que por momentos é possuída por Deus.

No momento em que escrevo, minha nudez é casta.

E é bom escrever: é a pedra passando enfim. Entrego-me toda a esses momentos. E possuo

a minha morte. Já tenho uma grande saudade dos que eu deixarei.

Mas estou tão leve. Nada me dói. Porque estou vivendo o mistério. A eternidade antes

de mim e depois de mim. O símbolo do mistério é em Vila Velha, Paraná:

ela é de antes do aparecimento do homem na Terra.

O silêncio que devia haver naquele tempo não habitado. A energia silenciosa.

De tempo que sempre existiu.

O tempo é permanente. Nunca terminará. Não é lindo isso?

Também tenho outra pedra, ainda mais antiga: os geólogos chegaram à conclusão de

que vem da época da formação da Terra. O Brasil é muito antigo. Seus vulcões já

estão extintos.

Interrompi um instante de escrever para pegar nessa pedra e entrar em comunhão

com ela. Deram-me também um pequeno diamante: parece uma gota de luz na palma

de minha mão. Tenho fortes tentações e fortes desejos.

Para superar tudo isso, passo 40 dias no deserto. Tenho junto de mim um copo de água.

De vez em quando tomo um gole. Assim estou saciando todas as minhas sedes.

Vou agora ensinar um modo hindu de se ter paz. Parece brincadeira mas é verdade.

É assim: que se imagine um buquê de rosas brancas. Que se visualize sua brancura

macia e perfumada.

Depois, que se pense num buquê de rosas vermelhas, príncipe negro: são encarnadas,

apaixonadas.

Depois, que se visualize um buquê de rosas amarelas, que são, como já escrevi, um

grito de alarma alegre.

Depois, que se imagine um buquê de rosas rosadas, no seu recato, pétalas grossas e

aveludadas.

Depois, que mentalmente se reúnam esses quatro grandes buquês numa enorme corbelha.

E, finalmente, que se tire cor-de-rosa, talvez, por ser tão recatada na sua palidez e por ser

a rosa por excelência, e que se a leve mentalmente a um jardim e se a reponha no seu

canteiro.

Os hindus conseguem paz com essa mentalização.

Penso na Índia, que provavelmente nunca conhecerei.

Mas a fome não espiritualiza ninguém. Só a fome deliberada.

Está chovendo, são quatro horas da madrugada.

vento sacode as portas fechadas de meu terraço.

Mas meu corpo está quente. Era para eu sentir frio, mas estou quente e viva. Hoje de tarde

vou ter um encontro muito importante.

Respeito profundamente a alma de quem eu vou encontrar. E essa pessoa me respeita

muito. Talvez seja um encontro em silêncio.

Mandaram-me de Minas Gerais uma carta: nela estava desenhado o meu rosto e o homem

dizia que me amava com mudo fervor. Eu respondi dizendo que todo fervor é mudo.

E agradeci eu ser o objeto desse fervor.

O desenho é muito bom. Pergunto-me se esse homem me conheceu pessoalmente, de

quando eu estive em Belo Horizonte dando uma conferência.

É um desenho mais fiel do que uma fotografia. E quem é Gilberto?

Que me mandou um desenho em que apareço de corpo inteiro, com um cigarro na mão.

Ao lado, Gilberto escreveu o título de livros meus e desenhos alusivos aos títulos. E, ao

lado direito, muito juvenilmente, Gilberto escreveu: “Linda! Fascinante! Fatal!” Gilberto,

não existe gente fatal, só no cinema mudo.

O desenho também é muito bom. Você me conheceu pessoalmente, Gilberto?

Desculpe, mas não me lembro de você. E você só assinou “Gilberto”, não mandou no

envelope nenhum endereço, é por isso que estou respondendo aqui.

Para tornar o encontro de hoje de tarde alegre vou me vestir muito bem e me perfumar.

E, se falarmos, serão palavras de alegria. Que perfume usarei? Acho que já sei qual. Não

digo que perfumes eu uso: são o meu segredo. Uso perfume para mim mesma.

Estou lembrando de meu pai: ele dizia que eu era muito perfumada. Meus filhos também

são. É um dom que Deus dá ao corpo. Humildemente agradeço.

E um dia talvez eu vá à Índia. Farei talvez um empréstimo no Banco e terei dinheiro para

ir e ficar uma semana lá.

Terei coragem de ir sozinha? É preciso que eu tenha o endereço de alguém lá que me

guie. Eu gostaria tanto de ir…

Vou terminar agora porque tenho um espaço determinado neste jornal. Vou ler um pouco.

Sobre diamantes. Numa revista italiana que diz:

“Tra le pietre preziose é la piú bella, la piú ricercata, é l’idea stessa di pietra preziosa.”

 

 

 

 

 


 

 

 

 

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