rayuela, capítulo 1

 

¿Encontraría a la Maga?
Tantas veces me había bastado asomarme,
viniendo por la rue de Seine,
al arco que da al Quai de Conti,
y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río
me dejaba distinguir las formas,
ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts,
a veces andando de un lado a otro,
a veces detenida en el pretil de hierro,
inclinada sobre el agua.

Y era tan natural cruzar la calle,
subir los peldaños del puente,
entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga
que sonreía sin sorpresa,
convencida como yo de que un encuentro casual
era lo menos casual en nuestras vidas,
y que la gente que se da citas precisas
es la misma que necesita papel rayado para escribirse
o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

 

 

rayuela, capítulo 1

 

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

 

 

 

 


 

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