[ezcol_1third]             

 

 

 

 

 

 

cristina morano

madrid 1967

 

 

 

AVES DE PASO

 

[/ezcol_1third] [ezcol_2third_end]

 

los asesinos

 

 

 

 

 01

 

 

Escucha: es el amanecer.
En una hora como ésta
sonarán los teléfonos,
cuando estemos absortos
en un labio,
un intermedio del programa
o un pájaro
                        –levanta el vuelo y,
de pronto en la ventana, brilla.

 

 

 

02

 

Qué feos los agonizantes:
la ropa revuelta, el pantalón caído
y esa lengua azul, fuera de la boca,
un palmo fuera de la boca.
Mas lo curioso son sus ojos,
con las pupilas dilatadas
como si el sitio adonde van
no tuviera luz.
                           Pues qué esperaban.

 

 

  03

 

 

Muchas veces te vuelves
de súbito a mirar
por encima de tus hombros
como si estuvieran los muertos
agrupándose a tu espalda,
pidiendo explicaciones
de las trampas con que les capturamos:
todavía creen que podrían sortearlas,
en una oportunidad con mejor suerte.

La vanidad perdura más que el hueso.

 

 

 

  04

 

 

Repito en sueños, muchas noches,
el trabajo con las víctimas,
los reflejos metálicos del arma
y las bolsas que cubren la cabeza.
Nunca se me aparecen vivos
después de ese proceso, sólo el pago,
las trazas de su descuartizamiento,
el acero y el plástico retornan.

Como si me estuvieran esperando.

 

 

 

  05

 

 

Metimos el encargo en una caja
para que no incordiase en el trayecto;
no queríamos imprevistos en el coche
que hincharan la factura.

Al salir de la casa el cielo estaba negro,
caía una tormenta.
En los pocos minutos que tardamos
en encontrar la puerta señalada
nos calamos la ropa y el cabello,
el agua estorbaba la vista:
corríamos sin dirección,
haciendo saltar la caja,
golpeando al interfecto contra sus paredes.

Ahora sospecho que nos esperaban,
que desde las terrazas vigilaban
el progreso torcido de las cosas
y dilataban el tiempo y querían
darnos a conocer que nuestra suerte
resulta indiferente a quien nos manda.

Con el poco valor que nos quedó
volvimos a la lluvia y confirmamos
la trampa. A nuestra espalda
sentíamos pistolas, objetivos,
destellos en el agua del desastre.

 

 [/ezcol_2third_end]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

No se encontraron resultados

La página solicitada no pudo encontrarse. Trate de perfeccionar su búsqueda o utilice la navegación para localizar la entrada.