Subí al bus, y el conductor
no me dejó pagar con dinero.
—Pide el bono a alguien, —me dijo.
Y ahí estaba ella, de negro, dulcísima. 
—Ten, no me lo devuelvas; — bajamos 
en la misma parada; se detuvo un instante,
se giró. La miré; —todavía no— pensé,
y dejé pasar el amor, con una determinación
que jamás soñé alcanzar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

_________

 

 

2 Comentarios

  1. NdAlfonso

    Me ha hecho pensar que un poema no es una historia, sino que
    carece de argumento, tal vez se parezca a apartar una cortina,
    aunque se trate de una cortina o un velo que no sabíamos
    que estaba ahí, impidiéndonos ver mejor, interfiriendo nuestra
    mirada.
    Es tremendamente conciso, me ha hecho sentir lo terrible, la
    pérdida definitiva e instantánea de esa determinación: todavía no.
    Terror y enigma con las palabras casi imprescindibles.

    Gracias por dejárnoslo leer.

    narciso de alfonso

    Responder
  2. NdAlfonso

    En este poema sucede lo inesperado.
    Lo que se puede anticipar no se espera, sólo se aguarda.
    Lo que se espera es exactamente lo inesperado, y no lo esperado.

    Y también, en este poema, entra, se mete la eternidad,
    que no es un asunto del más allá, ya que significa solamente
    que no hay tiempo —y de ninguna manera es un tiempo
    que nunca se acaba—.

    El que tenga un cerebro para pensar, que piense.

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir