Notas a quien concierna. Un epílogo de María Salgado. En Madrid en enero de 2015

 

Epílogo a Que concierne de Julieta Valero. Madrid: Vaso Roto, 2015.

 

a. Imagina que es el año 2015 y alguien se asoma a un libro de poesía Que concierne y se encuentra

en él algunas palabras del ciclo histórico que, digamos, eclosiona en mayo de 2011.

Me refiero a palabras y sintagmas tales como:

#spanishrevolution, manitas, amarillo juventud, representación, ministra de Trabajo, presidente,

privatización, rodear el Congreso, en red, mayoría absoluta, la oficina del paro, helicópteros

sobrevolando la manifestación, dimitir, la plaza en la que habían sido valientes, declarar,

la señorita Nos, imputada, instruir este sumario, indignación, auditoría, huelgas, y entró en vigor la ley.

 

El encuentro debiera parecer algo natural y hasta verosímil e incluso demasiado obvio tal vez,

si no fuera porque la poesía es un género de no ficción altamente artificial y porque en un buen

porcentaje de libros de poesía publicados por las mismas fechas del mismo ciclo en el mismo lugar

no sería tan sencillo encontrar palabras como éstas sino otras tal vez más genéricas o inespecíficas.

Menos marcadas. Más vaporosas. Me refiero a que es una apuesta traer trastos literales de este

tipo adentro de un poema que a su vez los dispone junto a objetos de factura más simbólica, o metáforas;

amalgamar vocabularios y funciones, me refiero, requiere de un engranaje de poema bien consistente.

La apuesta es, creo, muy consciente, pues como dice desde algún lugar del libro un poema bastante

beligerante desde el título (“Más poetas que lectores”): “tampoco es que seamos muy felices en

la inmediatez y este tono despegado, poesía como traducida”.

 

b. Imagina que es el año 2015 y alguien se asoma. Las palabras históricas que está viendo o mejor,

que está creyendo ver en su sentido ultra-actual no son, o no sólo son, lo importante del tiempo

histórico que a ese alguien y a ese poema contiene.

Probablemente resulte más determinante para la visión el marco de la ventana por el que ese alguien

se asoma a una lengua y hasta la lengua se asoma a ese alguien. Quiero decir que es la máquina-de-lengua

o, como dice el poeta argentino Martín Gambarotta1, “el sistema de frases”, lo que un poeta inventa

como alternador entrecorrentor de toda clase de vocabularios.

Y si hay una poeta española actual que tenga un sistema de frases lo bastante afinado como para incluir

cualquier vocabulario y que suene lo bastante propio o característico como para ser reconocido con los ojos

cerrados, pienso que ésa es Julieta Valero: que no a otro sino a ese sonido específico es al que podríamos

llamar, como su anterior libro, Autoría.

La autoría de Valero no es su nombre de autor, es ese tipo de frase con que escribe y que desde lejos se conoce.

Esta sintaxis como al borde de la prosa, pero no; estos sintagmas densos, y las fantásticas aposiciones, cada

vez que aparecen: “lo insólito, la poesía, el pastoreo”.

Ese sistema de pronombres que aquí opone una primera del plural muy vaga a una tercera del plural

tan indeterminada que el resultado de la disputa indica menos identidad de la que en principio podría suponerse

a un “nosotros”.

El de Que concierne es un nosotros de semántica débil, desdibujado; uno que apenas se reconoce en una

pérdida de expectativas (“nos habían prometido una infancia que incluyera educación musical…”) y en un mandato

abierto a quien escribe (“Debes tocar un aire más allá de nosotros, pero nuestro”).

 

 

c.  Por cierto que si Autoría es un libro sobre la madurez y Los Heridos Graves es  un libro sobre la alienación

y Altar de los días parados es un libro primero o inicial, es decir, sobre la formación de la subjetividad, Que concierne

va sobre al menos una gestación y al menos un nacimiento por venir y al menos un casamiento (“Boda en

Toulouse”) y al menos una revuelta.

Es decir, que quizás es un libro sobre la reproducción de la vida en unas condiciones materiales muy localizadas

(“los niños vienen de aquí; no de la ilusión de crecimiento infinito; nunca del desprecio del público sector”).

“Ser sobre” o “ir sobre” son expresiones tan sumamente superficiales que espero apenas describan lateralmente

lo que estos libros traen. Sólo quería apuntar aquí que se puede ir creciendo o, mejor, ir mirando el canal del

crecimiento a través de los libros de Julieta Valero.

 

1 “… porque a esta altura no me parece relevante que alguien pueda escribir un «poema».

Lo que a mí me resulta más relevante es encontrar un sistema que permita elaborar un discurso para

escribir” (En Diario de Poesía, 75 (2007-2008), p. 6.).

Martín Gambarotta es un poeta argentino de los noventa, conocido por libros como Punctum (1966),

Seudo (2000) y Relapso+Angola (2005).

 

d.  Siempre me ha encantado cuando el sonido Valero entra en la isoglosa de John Ashbery, es decir, cuando

aparecen estas frases de sintaxis intachable pero oblicuidad semántica pronunciada y se van acumulando por

yuxtaposición. Me gusta cuando sólo muy lateralmente se sabe de qué se podría estar hablando porque de

hecho no importa el qué sino la aproximación verbal.

Cuando la aproximación es la cosa. Valero nunca suspende ni el qué ni la cosa, pero en poemas como “Perro”

proliferan estas formas tan rotundas de romper la direccionalidad y unicidad y las expectativas

naturalizadas que a ellas se asocian para suceder frases fantásticas y constelar entre ellas versos

altamente memorables. No obstante en Que concierne se me hizo más resaltada una isoglosa,

digamos, lorquiana (“bandas de millones de hombres negros…”, “¿Es el dinero el corazón del

hombre?”, “guitarra azul”) que va polarizando algunos otros versos del sistema Valero. Versos como

éstos que, por cierto, consiguen integrar los trastos de los que hablabamos en la primera nota:

 

“El cobre permanece ahí, dormido, pero la mina sigue siendo el hombre y ayer golpearán a

cuantos se atrevan a rodear el Congreso”

 

“Entre Atocha y Colón todo son trigales verdes; el viento, que llega en cuatro columnas

cardinales, unifica nuestra negativa a la austerocracia”

 

 

f. Pero la historización que un poema hace no es, no puede ser, de onda tan corta como la de un

presente que algún día será pasado. De ser debiera ser de un presente que alcanzara a comprender

sus pasados y futuros. Una cita de Iréne Némirovsky poco antes de morir avisa desde el final de un

poema del libro de Valero de esta necesidad de mediación entre tiempos que toda poesía requiere.

En un poema aparecen unas películas de nitrato en un sótano de Nueva Zelanda. En otro son las

Trece Rosas Rojas quienes nos miran como si nosotros fuéramos una película. El antes y el después,

entonces, cambiarán. Lo que se va a quedar en plata o en hoja, dentro de cofres o adentro de los

libros, es el texto. 

 

n. Que concierne es un gran título. No se me ocurre mejor modo de describir lo que de hacer hace

un/a poeta, o mejor dicho, lo que de hacer hace ese tipo de sujetos y miradas concernidas por la vida

de su tiempo: plantear algo en tercera impersonal, intransitiva, a que asomarse. 

 

María Salgado

 

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