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fabio morábito
delante
de un prado
una vaca
ediciones era S.A. de C.V.
sistema nacional de
creadores de arte
de Fonca-Conaculta
1ª edición 2011
México DF
tenis
A veces, ciertas tardes,
no había quien recogiera
las pelotas.
Qué cansancio.
Penar por esas cosas simples
no iba contigo.
No te imagino recogiéndolas tú misma
y, donde sea que estés,
has de seguir erguida,
incapaz de agacharte.
Era tu fuerza y tu defecto.
Lo mío, en cambio, es recoger lo inerte
que pide que me incline.
Me ha dado por hallarme
donde el juego pierde brío
y las pelotas se detienen.
Tú apenas concebías
que fuera del rectángulo de juego
valía la pena aventurarse
por algo que no fuera un beso
atrás de un árbol.
No había en tu vida otra espesura que ésa.
Te concedías a gotas pero sin ambages
y un beso tuyo era una gota espesa.
Nosotros te esperábamos con ansia.
Tus tiros desde el fondo que se oían
al irnos acercando a tu recinto
nos removían las vísceras,
hija del sol y de las rayas blancas,
reencarnación de alguna ninfa
del séquito de Diana.
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¿Cómo pudiste,
dejando atrás el césped,
amanecer entre unos matorrales,
lejos del alambrado protector,
en uno de esos lotes
de hierba recrecida que evitábamos
tan cuidadosamente?
Sola con tu raqueta,
sudada aún,
debiste darte cuenta de tu error:
haber seguido demasiado lejos,
por un beso, a un nuevo admirador
hasta una zanja honda, espuria…
ahí donde no alcanza la voz
de ningún juez de silla.
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