pequeño poema infinito

 

Para Luis Cardoza y Aragón

 

 

 

Equivocar el camino

es llegar a la nieve

y llegar a la nieve

es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.

 

Equivocar el camino

es llegar a la mujer,

la mujer que no teme la luz,

la mujer que no teme a los gallos

y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.

 

Pero si la nieve se equivoca de corazón

puede llegar el viento Austro

y como el aire no hace caso de los gemidos

tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.

 

Yo vi dos dolorosas espigas de cera

que enterraban un paisaje de volcanes

y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.

 

Pero el dos no ha sido nunca un número

porque es una angustia y su sombra,

porque es la guitarra donde el amor se desespera,

porque es la demostración de otro infinito que no es suyo

y es las murallas del muerto

y el castigo de la nueva resurrección sin finales.

Los muertos odian el número dos,

pero el número dos adormece a las mujeres

y como la mujer teme la luz

la luz tiembla delante de los gallos

y los gallos sólo saben votar sobre la nieve

tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Federico García Lorca, 10 de enero de 1930

 

Poeta en Nueva York 1929-1930

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

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