Dice, dijo: ‘Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, que lavándose las manos se desentienden y evaden; maldigo la poesía de los que no toman partido, partido hasta mancharse’. ‘La poesía no puede ser sin pecado un adorno: estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo’.

Me la sé porque la canta Paco Ibañez, claro, y me ha dado de pronto por escribirla aquí. Poesía social, se dice o se decía despectivamente, pero los poetas que la despreciaban sólo sabían cantar a un ciprés, a una oscuridad, a un miedo: me parece que en este país escribimos poesía vieja, gastada, agotada, desde hace 4 siglos. Poesía directamente triste o tan escasa que dan ganas de llorar. Nos nace la poesía muerta, abortamos poesía porque no la queremos como hija, qué iban a decir de nosotros. Poesía pequeña, menor, mezquina y enfática. No creemos en la poesía, no entendemos eso de que la palabra sea acción, acto: la única acción que cuenta para nosotros es la del curro. Me cagüen la pena negra. Cuando escribimos poesía, nos es imposible quitarnos de encima la conciencia de que los otros, los demás, nos ven, nos miran, nos juzgan. Y es cierto, claro, pero para todo y desde siempre, solo que en la poesía, con la poesía, se nota o se notaba más, el poeta se significaba demasiado aunque estuviera muerto para los otros, para los demás, desde mucho antes de ser poeta. Y encima lo sabe, lo sabía, pero el efecto paralizante sobre su conciencia igualmente se daba.

Y hasta puede ser que en el mismo poema dijera aquello de: ‘cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades, amorosas crueldades.’

Luego, un buen día, oímos en el telediario que Celaya se estaba muriendo por ahí, y que era pobre, muy pobre, y entendimos que la noticia no era tanto Celaya, ni su muerte, sino, sobre todo, su pobreza, y tampoco nos apenaba su pobreza, sino que más bien nos extrañaba, pero no tanto su pobreza como que lo dijeran por televisión, y al mismo tiempo que la noticia de su muerte, hala, los poetas se mueren pobres, que lo sepa toda España, a ver si el personal se entera de una vez y deja de haber poetas, coño.

 

 

 

 

 

los espejos transparentes

 

 

Uno dice lo que dice, mas no dice lo que piensa.

Los espejos no reflejan: transparentan.

Todo mira fascinante de frente, pero no existe.

Todo vuelve por detrás y es lo real, invisible.

En lo que veo, no veo; en lo que no veo, creo;

en toda imagen apunta una múltiple presencia,

palpitante intermitencia del corazón: confusión;

y así me siento indeciso como un pobre hombre perdido,

como tú que ¿quién eres?, como yo que ¿quién soy?

 

Los espejos que me escupen hacia fuera, y hacia dentro

me proponen transparencias de distancias y silencios,

deben ser, quiero que sean, para mis obras ejemplo,

con mucha luz hacia fuera, con más secreto hacia dentro.

Juego al juego, sí, con trampa, como hay doblez en los versos.

Así se cuentan las cosas que nos pasan cada día,

y bien contadas parecen fascinantes y sin alma.

Si se piensa, nada es lo que se ve en el espejo.

La luz grande es un abismo y un estúpido misterio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gabriel Celaya

De Los espejos transparentes

1967

 

 

 

 

Θ


 

 

 

 

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