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APARICIONES

LA CONSTELACIÓN DE LOS PINCHAZOS

La costumbre que me une a mis miembros repentinamente

ya no está. El espacio se extiende (¿el de mi cuerpo?) Es redondo.

Caigo en él. Caigo abajo. Caigo arriba, Caigo, ínfimo, en direcciones

múltiples. Paso volando. Aquí, allá, en abismos sucesivos. Golpes.

Padezco golpes, extremadamente breves. Que provienen de lejos,

de muy lejos, de todas partes. Es imposible escapar. Estoy en la

constelación de los pinchazos.

 

APPARITIONS

LA CONSTELLATION DES PIQÛRES

L’habitude qui me lie à mea membres tout à coup n’est plus.

L’espace s’étend (celui de mon corps?) Il est rond. J’y tombe.

Je tombe en bas .Je tombe en haut. Je tombe, infime, dans des

directions multiples. Rapide, je file, ici, là, en successifs abîmes.

Des coups. Je subis des coups, extrêmement brefs. Venant de

loin, de très loin, de partout.

Impossible d’échapper. Je suis dans la constellation des

piqûres.

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LA ESTATUA Y YO

En mis momentos perdidos enseño a caminar a una estatua.

Teniendo en cuenta su inmovilidad exageradamente

prolongada, no es fácil. Ni para ella. Ni para mí. Una

gran distancia nos separa, eso lo percibo. No soy lo bastante

tonto como para no darme cuenta.

Pero no es posible tener todas las buenas cartas en su

juego. Así que adelante.

Lo que importa es que su primer paso sea bueno. Para

ella todo está en ese primer paso, Lo sé. Demasiado lo

sé. De ahí proviene mi angustia. Me desempeño en consecuencia.

Me desempeño como nunca lo hice.

Ubicándome a su lado de manera estrictamente paralela,

con el pie levantado como ella y rígido como una

estaca clavada en la tierra.

Ay, nunca es exactamente igual. O el pie, o la combadura, o el porte,

o el estilo, siempre hay algo que falla, y la partida tan esperada no

puede efectuarse.

Por eso llegué casi a no poder caminar yo mismo, invadido por una

rigidez, llena no obstante de impulso, y mi cuerpo fascinado me da miedo

y ya no me conduce a ninguna parte.

 

LA STATUE ET MOI

À mes moments perdus, j’apprends à marcher à une statué.

Étant donné son immobilité exagérément prolongée, ce n’est

pas facile. Ni pour elle. Ni pour moi. Grande distance nous

sépare, je m’en rends compte. Je ne suis pas assez sot pour

ne pas m’en rendre compte.

Mais on ne peut avoir toutes les bonnes cartes dans son

jeu, Or donc, en avant.

Ce qui importe, c’est que son premier pas soit bon. Tout

pour elle est dans ce premier pas. Je le sais. Je ne le sais que

trop. De là, mon angoisse. Je m’exerce en conséquence. Je

m’exerce comme jamais je ne fis.

Me plaçant près d’elle de façon strictement parallèle, le

pied comme elle levé et raide comme un piquet enfoncé en terre.

Hélas, ce n’est jamais exactement pareil. Ou le pied, ou la

cambrure, ^ou le port, ou le style, il y a-toujours quelque chose

de manqué et le départ tant attendu ne. peut avoir lieu.

C’est pourquoi j’en suis venu presque à’ ne plus pouvoir

marcher moi-même, envahi d’une rigidité, pourtant toute d’élan,

et mon corps fasciné me fait peur et ne me conduit plus nulle

part.

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HENRI MICHAUX

LA VIDA EN LOS PLIEGUES

traducción de VÍCTOR GOLDSTEIN

LA VIE BANS LES PLIS

Éditions Gallimard

Buenos Aires – 1976

EDICIONES LIBRERíAS FAUSTO

 

 


 

 

 

 

 

 

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