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LIBERTAD DE ACCIÓN

LA SESIÓN DE BOLSA

Escupo sobre mi vida. – Me desolidarizo de ella-

¿Quién no es mejor que su vida?

La cosa empezó cuando era niño. Había un gran adulto

inoportuno.

¿Cómo vengarme de él? Lo puse en una bolsa. Allí

podía golpearlo a mí antojo. Gritaba, pero yo me hacía

el sordo. No era Interesante. 

Conservé cuidadosamente esa costumbre de mi infancia.

Desconfiaba de las posibilidades de intervención que

uno adquiere al volverse adulto, además de que éstas

no llegan lejos.

A quien está en la cama no se le ofrece una silla.

Esta costumbre, he dicho, la conservé justamente, y

hasta hoy la mantuve en secreto. Era más seguro.

Su inconveniente —puesto que hay uno— es que gracias

a ella soporto a gente imposible con demasiada facilidad.

Sé que los espero en la bolsa. Eso es lo que da una

maravillosa paciencia.

A propósito, dejo durar situaciones ridículas y demorarse

a los que no me dejan vivir.

La dicha que me ocasionaría ponerlos de patitas en

la calle en realidad es contenida en el momento de la

acción por las delicias incomparablemente mayores de

tenerlos próximamente en la bolsa. En la bolsa donde

los muelo a palos impunemente- y con un ardor que

cansaría a diez hombres robustos que se turnaran metódicamente.

Sin este artecito de mi propiedad, ¿cómo habría pasado

mi vida desalentadora, a menudo pobre, siempre

agobiado por los demás?

¿Cómo habría podido continuarla decenas de años a

través de tantos sinsabores, bajo tantos amos, próximos

o lejanos, bajo dos guerras, dos largas ocupaciones por

un pueblo en armas y que cree en las cosas inmutables,

bajo otros innumerables enemigos?

Pero la costumbre liberadora me salvó. Cierto es que

por un pelo, y resistí a la desesperación que, al parecer,

no iba a dejarme nada. Mediocres, pelmas, una bestia

de la que habría podido deshacerme cien veces, me los

guardaba para la sesión de bolsa.

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LIBERTÉ D’ACTION

LA SÉANCE DE SAC

Je crache sur ma vie. Je m’en désolidarise,

Qui ne fait mieux que sa vie?

Cela commença quand j’étais enfant, Il y avait un grand adulte

encombrant. 

Comment me venger de lui? Je le mis dans un sac. Là je

pouvais le battre à mon aise. Il criait, mais je ne l’écoutais pas.

Il n’était pas Intéressant.

Cette habitude de mon enfance, je l’ai sagement gardée. Les

possibilités d’intervention qu’on acquiert en devenant adulte,

outre qu’elles ne vont pas loin je m’en méfiais.

A qui est au lit, on n’offre pas une chaise.

Cette habitude, dis-je, je l’ai justement gardée, et jusqu’aujourd’hui,

gardée secrète, C’était plus sûr.

Son inconvénient car il y en a un —c’est que grâce à

elle, je supporte trop facilement des gens impossibles.

Je sais que je les attends au sac. Voilà qui donné une

merveilleuse patience.

Je laisse exprès durer des situations ridicules et s’attarder

mes empêcheurs de vivre.

La joie que j’aurais à les mettre à la porte en réalité est retenue

au moment de l’action par les délices incomparablement

plus grandes de les tenir prochainement dans le sac. Dans le

sac où je les roue de coups impunément et avec une fougue

à lasser dix hommes robustes- se relayant méthodiquement.

Sans ce petit art à moi, comment aurais-je passé ma vie

décourageante, pauvre souvent, toujours dans les coudes des

autres?

Comment aurais-je pu la continuer des dizaines d’années à

travers tant de déboires, sous tant de maîtres, proches ou

lointains, sous deux guerres, deux longues occupations par un

peuple en armes et qui croit aux quilles, abattues, sous d’autres

innombrables ennemis?

Mais l’habitude libératrice me sauva. De justesse il est vrai,

et je résistai au désespoir qui semblait devoir ne me laisser

rien. Des médiocres, des raseuses, une brute dont j’eusse pu me

défaire cent fois, je-me les gardais pour la séance de sac.

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HENRI MICHAUX

LA VIDA EN LOS PLIEGUES

traducción de VÍCTOR GOLDSTEIN

Ediciones Librerías Fausto

Título del original francés

LA VIE DANS LES PLIS

Éditions Gallimard

Buenos Aires – 1976


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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