[se va confirmando lo que conocíamos de la poesía de Julieta Valero:

hay una difícil distancia, un salto entre las explicaciones claras que

ofrece de su poética y la concreta lectura de uno de sus poemas. 

En algunos versos nos facilita, nos proporciona un tramo más

largo de comprensión, pero enseguida abandona el discurso lógico,

a menudo de manera abrupta, sin dejarnos pistas de por dónde se sigue.

Podemos, tal vez, volver a enganchar con algo que parece empezar a decirse,

pero, de nuevo, lo más frecuente es que otro salto nos deje mirando al techo.

En fin, veremos cómo se resuelven los continuos cambios que nos dejan 

perplejos: parece indudable que su poesía no puede quedarse en estas

fugas continuas que frustran; tiene que existir un método. O no.]

 

 

 


 

 

 

 

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