[visto lo visto, lo único que uno aprecia de este soso premio es -si acaso-

el nombre, que tiene el chasquido de un encendedor o de un látigo.

Por lo demás: poemas más bien vetustos de tema, quizá porque los

premiados no son ya pipiolos de la vida: 1938, 1921, 1943, 1943, 1947,

1928 y 1950.

Tal vez el hecho de premiar un libro es también afortunado: el personal

puede saber a qué atenerse, en vez de esos premios a la labor de una vida

(¿qué labor, qué vida?) que lo dejan a uno desorientado. En este caso, en cambio,

uno va y compra solamente el libro en cuestión. 

Aunque hay una variante cómoda -premiar una selección de varios libros del premiado-.

en cualquier caso se reúnen en uno solo, de manera que se puede ir a la librería

y decir, pedir: ‘el pulitzer de este año, por favor’, y se lo dan. 

Sea como sea, la muestra que hemos recogido es muy pobre, muy pobre, considerando

el prestigio del premio. 

En fin, parece que conectar el trabajo de los poetas con el personal, el público que lo lee,

es un asunto cornudo, y casi siempre sale perdiendo la poesía (no la Poesía).]

 

 

Aviso: las traducciones de Andrea Muriel son nefastas, lo que puede empeorar -significativamente-

la percepción de los poemas. 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

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