isabel bono
una casa en bleturge
siruela 2017
premio de novela café gijón 2016
siberia
Me voy a la cama. Solo son las ocho. No puedo
más, me duele todo, ¿has visto la bolsa de
agua? ¿No hace calor para bolsa? ¿La has visto
o no? La tiré ayer.
Ella mira en el cubo de la basura y la saca con
dos dedos. La funda está pringosa, la corta y la
devuelve al cubo. La limpia y la seca con mimo,
como si se tratara de un bebé recién nacido.
No irás a meterla en la cama. La he lavado, y
haz el favor de no tirar mis cosas.
Durmió mal. Efectivamente, hacía calor, y el
tacto de la bolsa era tan desagradable como
dormir con un lagarto entre las piernas. Soñó
que los pies se le quedaban pegados al plástico
y que entre los dedos le habían crecido raíces y
setas. Pasó el día con el estómago revuelto y
una bola de aire frío en los pulmones.
¿Qué haces? Le hago una funda nueva, era un
jersey de los niños.
Él hizo un leve gesto hacia delante y dio un
paso atrás. Había descosido las mangas, vestido
a la bolsa, y cerrado las sisas y el bajo. Él entró
en el cuarto de baño y dio un portazo.
Ella miró la bolsa sobre sus rodillas. Parecía
un bebé, un bebé sin cabeza, sin brazos, sin
piernas. La miró durante un rato. Fue a la
cocina y la tiró al cubo de la basura.
•
0 comentarios