isabel bono:   todo a cien

 

 

una casa en Bleturge

 

 

La niña china se suelta de la mano de su madre, corre hasta el paso de cebra

y se vuelve para señalar con el dedo a la niña rubia. La niña rubia no es rubia,

lleva peluca y un vestido de princesa. La niña rubia mira al frente, se retoca el

pelo falso como si fuese suyo, mientras cruza aún le da tiempo a recogerse la

falda para mostrar unos zapatos de plástico con purpurina.

 

 

Debajo de los zapatos se transparentan unos calcetines blancos muy usados.

La niña china, que camina delante de ella sin darle la espalda, del mismo modo

que lo haría un vasallo, señala con el dedo el brillo de la purpurina.

Su madre le dice en chino que no tropiece con el escalón, pero la niña tropieza

y se ríe. La niña china aún señala a la niña rubia cuando su madre la empuja

hacia el interior de la tienda.

 

 

La niña rubia se suelta de la mano de su abuela, admira su reflejo en el cristal

del escaparate y se recoloca la peluca mientras su abuela habla con otra mujer.

Las dos mujeres deciden entrar en la tienda. La madre de la niña china está

detrás del mostrador. La niña china, ahora es rubia y está sentada en el suelo

con el vestido de princesa todavía desabrochado, colocándose los zapatos de

purpurina.

 

 

La niña rubia puede ver su espalda desnuda y sus pies desnudos dentro de los

zapatos. Los zapatos parecen más brillantes sin calcetines. Cuando la niña china

ve a la niña rubia se coloca de pie delante de ella, la señala y se ríe.

 

 

 

 

 

 

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