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jaime gil de biedma
las personas del verbo
Grupo Planeta
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la novela
de un joven pobre
Se llamaba Pacífico,
Pacífico Ricaport,
de Santa Rita en Pampanga,
en el centro de Luzón,
y todavía le quedaba
un ligero acento pampangueño
cuando se impacientaba
y en los momentos tiernos,
precisamente al recordar,
compadecido de sí mismo,
desde sus años de capital
su infancia de campesino,
en las noches laborables
—más acá del bien y el mal—
de las barras de los bares
de la calle de Isaac Peral,
porque era pobre y muy sensible,
y guapo además, que es peor,
sobre todo en los países
sin industrialización,
y eran vagos sus medios de vida
lo mismo que sus historias,
que sus dichas y desdichas
y sus llamadas telefónicas.
Cuántas noches suspirando
en el local ya vacío,
vino a sentarse a mi lado
y le ofrecí un cigarrillo.
En esas horas miserables
en que nos hacen compañía
hasta las manchas de nuestro traje,
hablábamos de la vida
y el pobre se lamentaba
de lo que hacían con él:
«Me han echado a patadas
de tantos cuartos de hotel…»
Adónde habrás ido a parar,
Pacífico, viejo amigo,
tres años más viejo ya?
Debes tener veinticinco.
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