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jesús aguado
intemperie del deseo
Qué hacer con el deseo que no somos,
ya no, y se deshilacha
como cuerda dejada a la intemperie.
Qué hacer con esa luz que no ilumina
y, apagada en su sombra, pura sombra
impura, se detiene
al borde de un abismo que ya no reconoce
y no lo acepta y va, se va, no cae
por él, por nadie, un grito que no grita,
un vuelo sin volar que niega el aire.
Qué hacer cuando te sientes
deseado por nadie y siendo nadie,
vacío de vacío,
en un tiempo sin tiempo
donde la soledad ya no es promesa,
espera, territorio, invitación,
lo fértil, lo regado,
sino cerca de espino, can salvaje,
esa tierra baldía,
la sed, toda la sed
derramándose seca por las manos.
Qué hacer cuando te miran sin mirarte,
escorpión sin veneno ni cobijo
que aplastan sin querer mientras caminan.
Qué hacer o dónde estar o cuándo toca
que te digan ya no
y que te aparten
como se apartan ramas en el bosque
o las piedras del suelo que podrían
dañar a los amantes.
Qué hacer cuando las huellas del deseo
ya no guardan memoria de los pasos
ni dibujan el dulce laberinto
del amor y se ocultan
bajo capas crujientes de hojas muertas.
Qué hacer o qué no hacer
cuando el ser te rechaza de su nada
y recoge la mesa
antes de haber comido
y se lleva los grifos y las mantas
y corre las cortinas
y baja la escalera dando saltos
como hiciera contigo alguna vez.
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