problema de imagen
Algún que otro juerguista sin rumbo, nada raro
para esta época del año, temporada de zinias, y con todo uno nota
el golpeteo en las paredes a intervalos más frecuentes.
Los enemigos actuales de uno se agitan en el viento de la tarde
y, atípicamente, evitan el cuarto de estar. Una vez que lo grandes nombres
han pastado en la estepa y continuado el viaje, un silencio público
vuelve. Que sea el último capítulo del volumen uno.
Creen algunos expertos que volvemos dos veces a lo que nos intrigaba o
asustaba, que quedarse más tiempo es invitar al huevo
del engaño a que regrese al nido. Otros en cambio aseveran
que estamos metidos en esto por lo que podemos sacar, que está mal
no jugar incluso cuando lo que nos va en ello es espectacularmente aburrido,
como lo es sin duda hoy. La solución podría ser, por tanto,
restringir la zona de reacción a un pinchazo
y pasar por alto lo que ocurría antes, incluso cuando lo llamábamos vida,
sabiendo que no cabía esperar que nos sirviera de consuelo
o incluso de referencia, ya que la idea era reducir pérdidas
si estaba uno a punto de ganar. Cierto, su estudio de mercado les indicaba
lo contrario, y nosotros pasamos a ser un factor de cualquier
toma de beneficios que pueda estar gravando el horizonte ahora,
conforme se avecina la tarde. Podríamos pasar por alto las señales de aviso,
pero ¿deberíamos? ¿Deberíamos todos? Quizá deberíamos.
image problem
A strayed reveler or two, nothing unusual
for this time of year, zinnia season, yet one notices
the knocking in the walls at more frequent intervals.
One’s present enemies stir in the evening wind
and atypically avoid the family room. After the big names
have grazed the steppe and moved on, a public silence
returns. Let it be the last chapter of volume one.
Some experts believe we return twice to what intrigued or
seated us, that to stay longer is to invite the egg
of deceit back to the nest. Sull others aver
we are in it for what we get out of it, that it is wrong
not to play even when the stakes are spectacularly boring,
as they surely are today. The solution may therefore be
to narrow the zone of reaction to a pinprick
and ignore what went on before, even when we called it life,
knowing we could never count on it for comfort
or even a reference, the idea being to cut one’s losses
on the brink of winning. Sure, their market research told
them otherwise, and we got factored into whatever
profit taking may be encumbering the horizon now,
as afternoon looms. We could ignore- the warning signs,
but should we? Should we all? Perhaps we should.
UN PAÍS MUNDANO
Nuevos poemas
John Ashbery
Traducción e introducción de Daniel Aguirre Oteiza
Lumen Editores, Barcelona (2009)
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