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a man of words
His case inspires interest
But little sympathy; it is smaller
Than at first appeared. Does the first nettle
Make any difference as what grows
Becomes a skit? Three sides enclosed.
The fourth open to a wash of the weather.
Exits and entrances, gestures theatrically meant
To punctuate like doubled-over weeds as
The garden fills up with snow?
Ah, but this would have been another, quite other
Entertainment, not the metallic taste
In my mouth as I look away, density black as gunpowder
In the angles where the grass writing goes on,
Rose-red in unexpected places like the pressure
Of fingers on a book suddenly snapped shut.
Those tangled versions of the truth are
Combed out, the snarls ripped out
And spread around. Behind the mask
Is still a continental appreciation
Of what is fine, rarely appears and when it does is already
Dying on the breeze that brought it to the threshold
Of speech. The story worn out from telling
All diaries are alike, clear and cold, with
The outlook for continued cold. They are placed
Horizontal, parallel to the earth.
Like the unencumbering dead. Just time to reread this
And the past slips through your fingers, wishing you were there.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]un hombre de palabras
Su caso despierta interés
pero poca simpatía; su magnitud es menor
de la que parecía al principio. ¿Importa algo
la primera ortiga mientras lo que crece
se transforma en parodia? ¿Tres lados encerrados,
el cuarto expuesto a los efectos del clima,
salidas y entradas, gestos teatralmente destinados
a puntuar como maleza combada
mientras el jardín se llena de nieve?
Ah, pero esto habría sido un entretenimiento
muy distinto, no el sabor metálico en mi boca
mientras miro a lo lejos la densidad negra como la pólvora
en los ángulos donde progresa la escritura de la hierba,
de un rojo vivo en lugares inesperados como la presión
de unos dedos sobre un libro cerrado de golpe.
Esas versiones enmarañadas de la verdad
se rastrean, se peinan, se arrancan sus enredos
y se esparcen. Tras la máscara
hay todavía un gusto continental
hacia lo bueno, rara vez aparece y cuando lo hace ya está
casi muerto en la brisa que lo trajo hasta el umbral
del habla. Una historia gastada de tanto narrarla.
Todos los diarios se parecen, claros y fríos,
se preparan para un frío futuro. Se colocan
de forma horizontal, paralelos al suelo,
como los muertos desoprimentes. El tiempo justo para releer esto
y el pasado se te escurre entre los dedos, deseando que estuvieras allí.
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Versión de Julián Jiménez Heffernan
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