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a worldly country
Not the smoothness, not the insane clocks on the square,
the scent of manure in the municipal parterre,
not the fabrics, the sullen mockery of Tweety Bird,
not the fresh troops that needed freshening up. If it occurred
in real time, it was OK, and if it was time in a novel
that was OK too. From palace and hoverl
the great parade flooded avenue and byway
and turnip fieldas became just another highway.
Leftover bonbons were thrown to the chickens.
There wa no peace in the bathroom, none in the china closet
or the banks, where no one came to make a deposit.
In short all hell broke loose that wide afernoon.
By evening all was calm again. A crescent moon
hung in the sky like a parrot on its perch.
Departing guests smiled and called, «See you in church!»
For night, as usual, knew what it was doing,
providing sleep to offset the great ungluing
that tomorrow again would surely bring.
As I gazed at the quiet rubble, one thing
puzzled me:: What had happened, and why?
One minute we were up to our necks in rebelliousness,
and the next, peace had subdued the ranks of hellishness.
So often it happens that the time we turn around in
soon becomes the shoal our pathetic skiff will run aground in.
And just as waves are anchored to the botton of the sea
we must reach the shallows before God cuts us free.
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un país mundano
No la lisura, no los insensatos relojes de la plaza,
el olor del estiércol en el parterre municipal,
no los tejidos, la adusta burla del pajarito Piolín,
no las tropas frescas que necesitaban refrescarse. Si
pasó en tiempo real, estuvo bien, y también estuvo
bien si fue en tiempo de novela. Desde palacios y tugurios
el gran desfile inundó avenidas y pistas
y los campos de nabos se convirtieron en otra autopista.
Los caramelos de chocolate sobrantes fueron tirados a los pollos
y los gansos, que graznaron como auténticos demonios.
No hubo paz en el cuarto de baño, ni en el armario de la porcelana
ni en los bancos, adonde nadie vino a ingresar nada.
En resumen, aquella extensa tarde fue un infierno.
Al atardecer ya estaba todo de nuevo en calma. Colgaba del cielo
una luna creciente como un loro en su percha.
Al irse algún invitado sonreía y exclamaba: “¡Nos vemos en la iglesia!”
Porque la noche, como de costumbre, sabía lo que se hacía,
al brindar sueño para contrarrestar el gran despego que el día
de mañana sin duda traería de nuevo.
Mientras miraba los mudos escombros, me tuvo perplejo
una cosa: ¿Qué había ocurrido? ¿Y por qué?
Estábamos un día de rebeldía hasta el cuello
cuando de pronto la paz había sometido a las filas del infierno.
Pasa tan a menudo que el momento en que damos media vuelta no tarda
en convertirse en el banco de arena donde nuestro penoso esquife encalla.
Y así como están las olas ancladas al fondo del mar
debemos alcanzar los bajíos antes de que de un tajo nos deje Dios en libertad.
A worldly country, New poems,
Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
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UN PAÍS MUNDANO
Nuevos poemas
John Ashbery
Traducción e introducción de Daniel Aguirre Oteiza
Lumen Editores, Barcelona (2009)
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