john ashbery
ashbery john
a worldly country
mr mullido
mr fluffy
señor fluffy
sí mister mullido
Y las nubes bulleron y volaron, como si
hubiera algún motivo para que se hiciesen las
abatidas.
Pudo haberlo, por descontado, pero, a esta
distancia,
mejor hacerse el bobo y aceptar lo inevitable
como una sorpresa prevista tiempo atrás.
Conque si lo que de pronto te traes
entre manos te mira con ira y los demás
invitados
«no pueden esperar» a oír tu reacción, es que
es hora de pagar y marcharse
del cenador, y nadie se olvidará de ti con
demasiada cordialidad
como el penúltimo espectador siempre
entrevisto en el local,
aparentando esa preocupación por la víctima
que te señala como el asesino,
claro está. En cuanto a lo de estar en contacto
con vosotros
en otra ocasión, lo consideraremos.
Así que los temblores de este momento se
mezclan con otros
en el andén de salida. ¿Quién sabía que esto iba
a ser tan tonto?
¿Y tan torpe? No obstante, tenemos derecho a saber,
a tener quien nos regule y calibre los impulsos
por el
bien de los planos de reacción más distantes y
débiles. Claro,
te leerán tus derechos, y antes
de lo que puedas imaginar. Que el monótono
grupo de oyentes trate de sacarte detalles:
nosotros proporcionaremos
respaldo y éxtasis terminal en los apeaderos.
No podía ser de otro modo. Eso ya lo sabías.
¿Cómo te llamas ahí abajo?
A pesar de los recelos, la historia hace clic y se
detiene
como siempre. Los créditos irrumpen. Se va
corriendo la gente.
Los relucientes coches de otra época ya vienen
a llevarnos a donde deseamos que nos lleven, no
sea
que nos quedemos más de lo debido y nos
hundamos en el abrazo
de otro humor.
yes señor fluffy
And the clouds fretted and flew, as though
there was a reason for their acting distraught.
There mag have been, of course, but at this
distance,
better to act dumb and accept the inevitable
as a long-anticipated surprise. Then if what
lands
on your plate stares angrily at you and the
other guests
«cant wait» to hear your reaction, why, it’s
checkout time
at the gazebo and no one will forget you too
heartily
as the next-to-last spectator always glimpsed
on the premises,
feigning the concern for the victim that marks
you as the killer,
for sure. As for being in touch with you guys
another time, well take it under advisement.
So this moment’s tremors mingle with others
on the departure platform. Who knew it would
be this silly,
and so dense? Nevertheless, we have a right to
know,
to have our impulses regulated and calibrated
in the
interests of farther and fainter reaction-shots.
Sure,
you’ll get your rights read to you and sooner
than you may have counted on. Let the
monotonous
group of listeners pump you for details, we’ll
provide
backup and terminal ecstasy at the way
stations.
It couldn’t have been any other way. You
knew that.
Whats your name down there?
Despite misgivings, the story clicks to a halt,
as always. The credits surge. People rush to
leave.
The shiny cars of another era are coming
to take us where we wish to be taken, lest we
outstay our welcome and sink in the embrace
of another mood.
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