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julieta valero
capricho del cansado
de Los heridos graves
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Sueña con mujeres que te aman.
Sueña que llamar a tu puerta calma la mortalidad
que tú recibiendo en penumbra redimes de ser padre
de la cuarentena y el olvido,
añade, claro —para hacer más salubre el consuelo—
que tú también deseas
que tu dicha es genital y da tres vueltas
al reloj que cuelga en los juzgados
que ella tiene ojos azules y es
imposiblemente burguesa
que mirándote pierde el acero y se prepara
la cicatriz de una vida.
Sueña que para ella poner su boca
en aquella tu parte
significa haber nacido
suéñale yo nunca antes y tejuros
y repítelos, pezonea su paciencia, irrítale
las corvas, el hueso sacro por la danza,
la fe en el trabajo, irrítale de una vez
el chacra del corazón, irrítale todo canal y futuro.
Aprovecha que en tu sueño hay un espejo que devuelve
tu cuerpo hecho mito, apura que aquí mereces
el incendio de los campos de labranza.
Suéñatela hasta el imperativo.
Cuando amanezca
le dices que la amas o sales en mi busca.
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