altar de los días parados

julieta valero

tres grados de lo inefable

tres días parados

grados de altar

valero

parados

 

 

tres grados de lo inefable

 

 

 

Un día desperté y estaba hecha parque.

Yo me vi con mi sangre pero parque.

Imposible mostrar. Pero tanta luz….

Dividiendo por veintiocho muchas frondosidades

pude ofrecerte un triunfo. Era día

martes y brindamos. Brindamos rama a rama.

Continuidad de los parques.

 

Otra mañana andaba buscando un incienso. Algo sencillo que regalarte. Resbalé

sobre la nuca y fui a caer en la cama

de los osos

diletantes.

Te llegó un rumor de bosque y uñas que eran uñas

y bocas con fluidos y greña

amenazante. Debían ser ciertos pero nada

sobre mí; sin embargo sé que no estaban antes.

Pese a todo sacamos el vino.

Quedó corta mi cadencia pero otra música

quebraba los apartes, otra música.

 

El tercer día era una noche. Ya no sé en qué estancia

fue el tropiezo, pero entré en mi casa

viajero: era de otro

mi casa y no sabía como alzártela

antes que alguien le apagara

los tímidos soles.

Le pedí prensa a mi boca.        Nada.

Mandé entonces por los trazos, las cremas

los tambores. Entendiste al fin

mi tierra. Por los sones, no por las palabras.

Por la disciplina y el barranco de los sones.

 

 

 

julieta valero

de  Altar de los días parados

 

 

 

θ


 

 

 

 

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