La pirámides de Egipto

 

París, febrero de 1926

 

André Breton cuenta en su Manifiesto del superrealismo, que Philippe Soupault
salió una mañana de su casa y se echó a recorrer París, preguntando de puerta
en puerta:
—¿Aquí vive el señor Philippe Soupault?
Después de atravesar varias calles, de una casa salieron a responderle:
—Aquí.
Un detective que figura en una novela de Chesterton, empeñado en encontrar el
asilo de un criminal, dio con él, guiado y atraído de ciertos detalles raros que ofrecía
esa casa en su arquitectura.
Un día que salía yo del Louvre, a un amigo que encontré en la puerta del Museo, y
me preguntó a dónde iba, le contesté:
—Al Louvre.
Lo de Breton, lo de Chesterton y lo mío indican claramente que los lugares no siempre
están situados donde los hemos visto, sino que ellos saben andar y burlarse de nuestros
ojos. Solemos entonces llegar a ellos, alumbrados por todo lo que vosotros queráis, menos
por la perspectiva inmediata que tenemos a la vista.

 

 

 

César Vallejo
PROSAS

 

 

 

 

 

 

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