Leo poemas de autores que creen
que su cerebro les pertenece.
Su discurso sujeto a las vísceras
me distrae de una atmósfera
en la que a mi forjado aguante
le echan en cara lo que no hizo ayer.
Y preguntan a la voz: ¿tenemos que seguir así?
y la voz contesta que sí.
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