los inmortales

Cada conciencia busca la muerte de la otra

Hegel

En la lucha entre conciencias algo cayó al suelo

y el fragor de cristales alegró la reunión

Desde entonces habito entre los Inmortales

donde un rey come frente al Ángel caído

y a flores semejantes la muerte nos deshoja

y arroja en el jardín donde crecemos

temiendo que nos llegue el recuerdo de los hombres.

Llega del cielo a los locos sólo una luz que hace daño

y se alberga en sus cabezas formando un nido de

serpientes

donde invocar el destino de los pájaros

cuya cabeza rigen leyes desconocidas para el hombre

y que gobiernan también este trágico lupanar

donde las almas se acarician con el beso de la puerca,

y la vida tiembla en los labios como una flor

que el viento más sediento empujara sin cesar

por el suelo

donde se resume lo que es la vida del hombre.

Del polvo nació una cosa.

Y esto, ceniza del sapo, broce del cadáver

es el misterio de la rosa.

Debajo de mí

yace un hombre

y el semen

sobre el cementerio

y un pelícano disecado

creado nunca ni antes

Caído el rostro

otra cara en el espejo

un pez sin ojos

Sangre candente en el espejo

sangre candente

en el espejo

un pez que come días presentes

sin rostro

Leopoldo María Panero

Antología poética

Ediciones alma_perro

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