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Ábreme el Muñón a ver qué tiene dentro
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Mientras una piara de culos rosa nos espía detrás del mundo rojo de la tarde,
a ver qué tiene dentro, me dijo, ábreme a ver, a ver toma la copa rota, a ver
qué tiene dentro.
De modo que me dispuse a entrar con vidrio y vimos caer la sangre blanca al
suelo blanco del lavabo y conocimos los ojos del dolor de los que no aman.
Aquello cerró en pocos días; el eunuco no vino a verme en dos semanas.
Algún viernes volvió con más versos de cabezas que rodaban y mi cuerpo en el suplicio.
¡Ay! , sé bien que nada esconde esta guadaña, sé bien que por los siglos de los siglos
el eunuco con su tímpano atildado llegará y será la vida otra vez, pero hubo que visitar
hospitales, preguntar qué era aquello, si tener la sangre blanca era síntoma de amor.
Recorrimos todas las ciudades del mundo y conocimos a los hombres del progreso y
preguntamos si lo de la sangre blanca significaba acaso o era amor.
Nadie nos contestó, más bien anemia.
Las máquinas que visitamos, los hoteles en que nos debatimos, las enfermeras que
sobornamos, pero allí sólo había un corazón roto y una fecha tendida para la muerte,
para la muerte que todos nos quisieron vender en vez de pan, en el barrio en vez de pan
no nos querían; nos vendían la mierda de los perros.
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Luisa Castro
Los versos del eunuco
Poesía Hiperión, 1989
I. Devociones
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